Calificación del editor
Un debut muy disfrutable en términos generales, que deberíamos escuchar sin prejuicios y sin más pretensiones que disfrutar de temas de corte clásico pasados por el filtro del sonido más moderno, y darle una oportunidad a un músico que apunta maneras y que puede darnos muchas alegrías.
DURBIN
‘THE BEAST AWAKENS’
Frontiers Music
El nombre del joven James Durbin, aunque aún no sea relevante, empieza a despuntar y ser conocido por más y más gente.
Tras tener un papel destacado en la décima edición del programa American Idol, saltó -brevemente- al primer plano del hard rock, Quiet Riot mediante. Con la legendaria banda cantó dos años (2017-2019) en los que tuvo tiempo de grabar dos lp’s y un directo.
Una vez fuera de la formación de Los Angeles, Durbin -también californiano- ha decidido, seguramente con buen criterio, lanzarse a la piscina en solitario. Dejar de ser una pieza más en una maquinaria ajena, en la cual no es sino un elemento útil y prescindible, y formar un proyecto propio, que se ha condensado en su debut ‘The Beast Awakens’. Veamos, pues, qué hay del chico que maravilló en aquel ya lejano talent show de 2011.
De entrada, cabe destacar que si Durbin ha hecho algo bien ha sido contar con pesos pesados del hard rock para acompañarle en la grabación del álbum. Nada más y nada menos que Barry Sparks (Dokken, Marty Friedman, Yngwie Malmsteen, Vinnie Moore) al bajo y Mike Vanderhule (Y&T) a la batería; además de cameos de peso como Chris Jericho o Phil Demmel (Machine Head). Eso dota de entidad y, por qué no decirlo, notoriedad a un trabajo que, seamos sinceros, genera expectación sin llegar a destacar del todo. Y es que Durbin, lejos de marcar una línea clara, un sonido identificativo, ha creado una mezcolanza, un pastiche más bien, de estilos e influencias que acaba desdibujando un poco el conjunto final.
Además, viendo el aspecto del joven vocalista, los vídeo-clips grabados a modo de promoción o el deje que ha dado, en algunos momentos puntuales, a su interpretación, uno podría llegar a pensar que estamos ante una parodia, ante alguien que no se toma el metal muy en serio y lo utiliza como medio para crear un esperpento sónico con el que hacer que los oyentes se echen unas risas.
Pero no. Tras darle varias escuchas al disco, tenemos claro que esto va muy en serio; vamos a encontrar temas que, de forma notoria, nos van a recordar a los Judas Priest más contundentes, a Rob Rock, a Iron Maiden, a Dio (este caso es exageradamente flagrante en «The Sacred Mountain») o a cualquier banda europea de power metal que se nos pase por la cabeza.
Curiosamente, el propio Durbin aglutina lo mejor y lo peor del disco. Encargado de la composición, las voces y las guitarras, brilla por encima de todo y todos a la hora de cantar (dejando claro que los temas son suyos y, obviamente, están hechos a su medida), permitiendo que su portentosa voz llegue a agudos imposibles, dotando de un carácter muy necesario a cada canción, y flojea de forma manifiesta en las guitarras, que parecen estar ahí casi por obligación, como pidiendo disculpas, en segundo plano o como si -rodeado como está de tanto talento- no quisiera arriesgar lo más mínimo por miedo a fallar y ser señalado con el dedo. Algo casi imperdonable en un trabajo de heavy metal, claro.
No me gustaría llevar a error, sin embargo. The Beast Awakens es un buen disco de puro heavy / power metal, de corte clásico, que contiene un puñado de temas destacables, desde el obvio y predecible pero hímnico «The prince of metal» (reúne todos los clichés que nos encantan a los fans del power metal) hasta el épico cierre, «Rise to Valhalla», que bebe sin complejos, como decía anteriormente, del power del norte de Europa (destacando una melodía central y un solo que hemos escuchado miles de veces en miles de bandas).
Por tanto, siendo franco, creo que el debut de Durbin muestra potencial, aunque no acierte aún en la diana. Queda claro que debe encontrar su sonido, alejarse un poco de la imitación de sus referentes (producto, probablemente, de la mezcla de inexperiencia y corta edad), arriesgar más en las composiciones y las guitarras, tomar el camino de la elegancia y no el cliché más rancio, y dar rienda suelta a una de las mejores voces del panorama actual del heavy metal. Todo no ello, no obstante, no debería deslucir un debut muy disfrutable en términos generales, que deberíamos escuchar sin prejuicios y sin más pretensiones que disfrutar de temas de corte clásico pasados por el filtro del sonido más moderno, y darle una oportunidad a un músico que apunta maneras y que puede darnos muchas alegrías -y mucho dolor cervical- en un futuro próximo.
Apuesto por James Durbin. ¿Y tú?
Dani Ruiz
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