DÉCIMO ANIVERSARIO DE LIV KRISTINE EN NAGOLD
LIV KRISTINE + BARFUSS
17.12.2022, Alte Seminarturnhalle, Nagold
Era impensable en 2011, cuando Liv actuó por primera vez en Nagold, que aquello se convertiría en una tradición, en una ruta de peregrinaje para sus fans y amigos. Entonces se llamó al evento ‘One night with Liv Kristine’. Estuve allí y ya entonces Alte Seminarturnhalle se reveló como un lugar entrañable, especial y hasta único pues no es habitual que un viejo gimnasio restaurado pase a convertirse en un escenario.
Pese a una gran crisis económica en la primera mitad de la década pasada y a una pandemia, Liv ha celebrado este año su décimo aniversario en Nagold. Diez actuaciones en Alte Seminarturnhalle que, sin duda, lo han convertido en su escenario fetiche.
De aquel primer repertorio se han repetido en esta ocasión cuatro canciones, a saber: “Fake a smile”, “Image”, “Scarborough fair” y “In the heart of Juliet”.
Tres años esperando, tres. El Coronavirus y su restricciones me impidieron viajar a Nagold en 2021. En mayo de este año debía ver a Liv en el Old Capitol de Langenthal (Suiza) pero el concierto se suspendió. Ya entonces Liv me dijo que no tuviera miedo, que Nagold era un concierto 100% seguro. Así pues, las ganas de ver el concierto se habían multiplicado por las circunstancias.
El cambio de horarios en los vuelos me ha permitido cambiar mi habitual hoja de ruta cuando viajo a Nagold y he podido aprovechar más horas en la ciudad para hacer turismo. Normalmente mi vuelo de vuelta era a las 06h30 de la mañana; esta vez ha sido a las 15h10.
Pero empecemos por el principio, cuando unos días antes de viajar pensé en consultar el parte meteorológico de Nagold y vi temperaturas que me sorprendieron: -3ºC de máxima y -10ºC de mínima. Nunca antes en Nagold me había encontrado esas condiciones tan adversas por lo que decidí alertar a los fans a través del Official Fan Club The Rarest Flower.
Llega el 17 de diciembre y con un pequeño retraso llego a Stuttgart con un panorama dantesco, el aeropuerto con un palmo de nieve y una niebla densa que aumenta la sensación de frío. Aterrizamos a -5ºC aunque reconozco que me siento contento al ver tanta nieve, al ver que la ciudad no se ha paralizado con esta meteorología como sí hubiera sucedido en España.
Antes de ir hacia Nagold decido hacer unas compras por el centro de Stuttgart, en los alrededores de la Königstrasse. Mi primera visita es la tienda Second Hand, la cual llevaba queriendo visitar desde 2018.
Second Hand es una tienda de discos enorme, con varias salas y una cantidad de vinilos, cd y hasta equipos de música que supera con creces cualquier expectativa previa. Hay música de todos los estilos y los discos de segunda mano, por lo general, parecen nuevos por su buen estado de conservación. La sección de Heavy Metal y derivados contiene música de todos los estilos aunque el Metal Extremo no está muy presente. En un abrir y cerrar de ojos puedes gastarte mucho dinero gracias a unos precios más que populares. Total, que salí cargado de allí.
Mi segunda parada era Saturn, donde esperaba encontrar una gran sección de música, como siempre había sucedido. Cual fue mi sorpresa cuando vi que la habían reducido muchísimo y el material que allí tenían era el que puedes encontrar en cualquier parte. La próxima vez optaré por ir a Müller.
Y de allí a comprar unos detalles para mi mujer y mis hijos y a coger el tren y el autobús para ir a Nagold. La combinación es sencilla pero el trayecto se hace largo por los transbordos, tren a Herrenberg y autobús X77 a Nagold.
Siempre llego pronto a Alte Seminarturnhalle para poder ver la prueba de sonido pero en esta ocasión se me hizo muy tarde y llegué con la actuación de Barfuss recién empezada. Debo tener cara de extranjero porque la mujer que me atendió a la entrada me dijo “¿eres el chico de Barcelona?”. Supongo que mis mails con Fred y mi amistad con Liv habrán hecho el resto.
Entré con la sala ya llena y mientras buscaba un sitio donde sentarme fui a saludar a Michael, marido de Liv, al puesto de merch. Nos fundimos en un abrazo y nos emplazamos a vernos más tarde, con más calma.
Me senté en primera fila con ganas de ver a Barfuss pues lo poco que había podido escuchar en internet me había gustado mucho. Su mezcla de DeutschRock / Pop me llega y desde el principio conecto con ellos. Aun tienen una discografía corta pero “Schwerelos”, “Halogen” o la coreada “Komm wir gehn” hacen disfrutar al público. Su estilo es distinto al de Liv Kristine pero su propuesta es amena y entretenida. Barfuss fueron de menos a más y poco a poco fueron dejando a un lado la timidez para disfrutar con “Tür zu licht aus”, “Hommage” o “Bist du bereit”. Gran concierto de Kevin y sus muchachos que, de seguir así, conseguirán abrirse camino en el competitivo mundo de la música y esperemos que su progresión les abra fronteras más allá de Alemania.
Y en la breve pausa entre ambos conciertos, aproveché para saludar y charlar con un viejo amigo, Uli, con quien comentamos y valoramos la situación del mundo y de la industria musical, que no atraviesa su mejor momento. Nos emplazamos a la after party porque Liv Kristine pedía paso desde el escenario.
Tuve acceso al setlist una semana antes de Nagold y debo confesar, como así le dije a Liv después del concierto, que de entrada me había resultado extraño por contener muchas canciones de su carrera en solitario y que las de Theatre of Tragedy eran, sobretodo, de ‘Musique’. Con esta valoración inicial tenía ganas de ver el concierto porque Liv siempre sorprende en directo, porque sus conciertos en Nagold son únicos y porque al final es un evento muy exclusivo en el que todo puede suceder.
Arrancaba Liv con el tema que dio título a su último trabajo de estudio, ‘Have courage dear heart’ (sin contar la reedición de ‘Enter my religion’), y desde entonces quedó clara la solvencia de su banda con Jay Marsman y Sascha Dannenberger a las guitarras, Björn Etzel a la batería, Roland Bliesener al teclado y Stefan Rupp al bajo. A la postre, la misma formación que en 2021, y eso es algo importante porque es la primera vez que Liv repite formación completa y es importante de cara a consolidar su carrera en solitario. De músicos de estudio ha pasado a tener su propia banda.
Jay Marsman ha estado con ella los tres últimos años en Nagold y, desde su timidez y el flanco derecho del escenario, ofrece consistencia y serenidad mientras Sascha se desboca, vive el concierto y aporta una energía necesaria. Por cierto, pese a no haber tenido que utilizar registros guturales, Sascha es el mejor vocalista masculino que Liv ha tenido en directo (sin contar con Raymond, por suspuesto) y más sabiendo que todos ellos han sido guitarristas, no cantantes.
La alternancia de ritmos quedó clara con “Image”, “3AM” y “In the heart of Juliet” que, curiosamente fueron interpretadas en el mismo orden que en 2021. Hay que reconocer que los temas de ‘Musique’ son unos buenos conectores entre tanta balada y medio tiempo y oxigenan el repertorio.
Los fans estábamos entregados desde el primer momento, no obstante para muchos de nosotros era el primer concierto de Liv Kristine desde 2019 debido a la pandemia y las restricciones.
Como sucede siempre en los conciertos de Liv, éste empezaba a sucederse a velocidad de vértigo y uno de los motivos es la atmósfera tan especial que se vive en Nagold, que lleva en volandas tanto a la artista como al público.
“Gravity” consiguió bajar las pulsaciones un poco más, atemperó la luz y tiñó la sala de intimidad en un momento en que el concierto necesitaba despertarnos de la emotividad de “In the heart of Juliet”, pero Liv decidió recrearse en nuestra intimidad para, acto seguido, despertarnos de golpe y acelerar nuestras pulsaciones a golpe de “Commute” y levantarnos de la silla. Una maravillosa montaña rusa emocional, sin duda.
Uno de los momentos álgidos del concierto llegó cuando presentó a un invitado muy especial y que fue, también, una verdadera sorpresa para ella porque no estaba prevista su presencia en Nagold. Christian Roch, un viejo conocido de Liv y al que muchos recordareis por sus aportaciones en discos de Leaves’ Eyes como ‘Meredead’, ‘Symphonies of the night’ y ‘King of kings’, subió al escenario con su gaita y su flauta para aportar su magia al clásico de Simon & Garfunkel “Scarborough fair”. Christian y Liv hicieron magia, detuvieron el tiempo y nos hicieron disfrutar de un momento que no debió terminar nunca. Una absoluta maravilla.
Y cuando creíamos que ya habíamos alcanzado el cenit del concierto, Liv interpretó una versión extraordinaria de “Silence”, uno de los emblemas de su carrera en solitario, un crescendo que pone los vellos de punta. El concierto alcanzaba cotas extraordinarias de emotividad y “Fake a smile” consiguió atemperar las emociones y cambiar el rumbo del concierto siendo el único recuerdo a su recién reeditado ‘Enter my religion’. Confieso que me sorprendió enormemente que solo recuperara este tema teniendo en cuenta que estaba en plena promoción del mismo. Aun recuerdo con nostalgia su primer concierto en Nagold, allá por 2011, cuando interpretó la versión de Bruce Springsteen “Streets of Philadelphia” o “Trapped in your labyrinth”. Como sé que Liv va a leer esto aprovecho para sugerirle que vuelva a ‘Enter my religion’ en 2023.
Allá por el mes de noviembre entrevisté a Liv por enésima vez (… sí, quizá deba recopilar las más de 25 entrevistas que hemos tenido…) y ya me adelantó que iba a cantar dos canciones nuevas de su próximo disco que saldrá en abril a través de Metalville. La primera fue “Maligna”, un tema de puro Gothic Metal con el sello de Tommy Olson en el que Liv ofreció todo su carácter y todo su coraje. Quizá porque, como dijo en el speech de presentación, se trataba de “un regreso, una vuelta a casa, a tu alma, después de caer. De cómo volver a juntar las piezas y renacer.”. Sin ninguna duda se va a convertir en un highlight en su carrera y será uno de los buques insignia de su nuevo trabajo.
El segundo tramo de concierto alternó canciones de varias cadencias con la bailable “Machine”, con la que volvió a la etapa electrónica de Theatre of Tragedy; “Skylight”, uno de sus nuevos clásicos; para enlazar con “Panic” y “Love decay”. Pero antes de los bises tuvo tiempo para otro nuevo corte, “Our immortal day” que, sin ser tan pegadizo como “Maligna”, sonó a una especie de vuelta a las raíces por lo que teniendo en cuenta ambas premiéres cabe esperar un disco más oscuro y cercano a su etapa noventera, más aún que ‘Vervain’.
Muchos de los presentes somos caras conocidas ya, nos encontramos cada año y hasta somos amigos. Somos la Nagold Family de Liv Kristine. Y era bonito y entrañable ver como, desde el escenario, Liv hacía gestos, guiños, sonreía y hasta interactuaba con el público como sucedía cada vez que el clan de los holandeses como los he bautizado con Vera, Marco, Chantal y su hija entre otros saltaban y bailaban al son de la música, especialmente en aquellas canciones más movidas.
El primer bis contuvo dos temas emblemáticos de su carrera musical como la personalísima “Norwegian lovesong” y “Siren”. Con ellas honró el bagaje de sus anteriores bandas, Theatre of Tragedy y Leaves’ Eyes. Fueron minutos memorables, entrañables, de recuerdos y cargados de una tensión emotiva muy alta. Quise mirar a la gente que tenía a mi alrededor y los gestos de aprobación y de emoción eran más que palpables.
El segundo bis tiene siempre dos villancicos o temas clásicos. El primero fue el “Ave Maria” de Schubert que Liv bordó llegando a registros altísimos. Y, aunque adoro “Pie Jesu”, lo ha sustituido por “Walking in the air”, un tema que conocen todos sus fans gracias a la versión que hicieron en su momento Nightwish. Y en este momento se produjo otro emotivo momento, en esta ocasión abajo del escenario, pues una pareja, ya mayor, vestidos con ropa gótica y que cada año entregan un ramo de flores a Liv Kristine después del concierto empezaron a bailar en un rincón, en una secuencia realmente entrañable. Nagold es un evento especial y estas cosas también pasan.
El concierto en solitario más largo en la carrera de Liv Kristine, con 110 minutos, fue un despliegue de cualidades digno de elogio.
Y, como para siempre en Nagold, el concierto no termina cuando acaba la música porque el after party siempre genera charlas, risas, abrazos y momentos para el recuerdo de cada uno de nosotros. Pacientemente todos esperamos a Liv para abrazarla, charlar con ella de música y, en la muchos casos, de cosas personales, porque Liv es amiga nuestra, porque Liv es quien nos ha unido. Hasta el staff de Alte Seminarturnhalle son ya viejos conocidos, nos vemos cada año. No nos echan después del concierto, estamos departiendo, riendo, bebiendo hasta cerca de las dos de la madrugada. Más de tres horas de after show en los que Liv firma, saluda y se fotografía con absolutamente todo el que se le acerca, nadie se va sin su autógrafo o su foto, porque Liv es la última persona que abandona Alte Seminarturnhalle. Pocos artistas pueden decir lo mismo.
Como este reportaje es algo muy personal y es más mi diario de viaje que una crónica al uso del concierto, voy a contarte una anécdota. Pasada la una de la madrugada Mikkel, el marido de Liv, y yo, pedimos unas tijeras para salir a cortar las pancartas de más de seis metros que anunciaban el concierto en la calle. Ni él ni yo pensamos en el frío y salimos en manga corta a buscarlas… ¡¡¡a -11ºC!!! Fueron diez minutos tiritando y sufriendo, pero riendo. Finalmente Liv se llevó su pancarta… y yo la mía. Fue otra anécdota (una más) de Nagold 2022.
Y cuando ya todo terminó llegaron los abrazos, los hasta pronto, los no quiero que esto termine y empezaron los recuerdos, los mensajes, las fotos… empezó la cuenta atrás para Nagold 2023. Llegué a mi hotel, el acogedor Adler. Ducha y un poco de descanso porque por la mañana había quedado para desayunar con dos chicos adorables, mis italianos favoritos, Rocco y Angelo. En el comedor coincidimos también con otro clan, el de los belgas, con Sandra (de ascendencia peruana), Elvin y Pascal. Simpatiquísimos todos y nuevos amigos desde este año.
Y antes de ir al aeropuerto tenía previstas dos paradas más. Tras reponer energía decidí ver (por fín!!!) el Hohencastle de Nagold que, con todo el pueblo, todo el camino y todo el castillo nevado tiene un encanto aun mayor y al estar solo resultó sobrecogedor. Era pronto en la mañana, el río Nagold estaba helado y las vistas del pueblo resultaban catárticas.
De bajada me dirigí al centro de Stuttgart, a los alrededores de la Schlossplatz para visitar el Weinachtmarkt, el mercadillo de navidad, en profundidad y recordar nuevamente porqué Centro Europa vale la pena (aun más) en Navidad y especialmente este año con todo nevado.
Así terminaba mi viaje, de ensueño como siempre. Ya con ganas de volver, de un nuevo Nagold que, en 2023, se adelanta a noviembre.
Texto: Marc Gutiérrez
Fotos: Mariël Rohrbach (Liv Kristine y Barfuss) y Marc Gutiérrez (Nagold)
Vuelvo a terminar mi particular cuaderno de Bitácora con una sección de agradecimientos: Liv Kristine por ser una de las personas más especiales que conozco y mi artista de referencia; a Michael por ser tan encantador y amigable; al staff de Alte Seminarturnhalle con especial mención a Fred Heldmaier y Wolfgang por organizar este evento año tras año, por tener tanta consideración con todos nosotros y por todas las facilidades que me dan para trabajar en este evento; Anna Finke, que sí, eres encantadora, y su marido (felicidades!!! ya sabéis a lo que me refiero); a Rocco Cogliati y Angelo porque sois fantásticos; a Chris Smiedi, el chico de la sonrisa eterna; a Mariël Rohrbach por ser mi gran descubrimiento de este año y una mujer maravillosa (lo que han unido Liv Kristine y Frederic Mompou que no lo destruya nada) y su pareja; al clan de los holandeses aunque parcialmente afincados en Alemania Vera Nijveld, Marco, Chantal Lodewikus y su hija por su simpatía; a Adam “the British Gentleman” Brown por su gentileza y amistad; a Uli, una vieja amistad que dura ya diez años; al clan de los belgas Sandra, Pascal y Elvin por ser tan cercanos y cordiales. Espero volver a veros a tod@s en Nagold 2023.
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