“POR ESTO REDONDEÓ EL MUNDO HASTA HACER DE ÉL UNA ESFERA…
QUE ES LA MÁS PERFECTA DE LAS FIGURAS…” “TIMEO” DE PLATÓN
DIARIO DE VIAJE
Aún recuerdo un trabajo del instituto, en clase de Humanidades, sobre nuestro lugar en el mundo. Parece una pregunta fácil de responder y en milésimas de segundo cualquiera da una respuesta y todas son válidas.
Veamos: nací en Terrassa y me siento de allí, mis raíces, mi niñez y la mayor parte de mi vida las pasé allí. Vivo en El Prat de Llobregat, en mi casa, con mi mujer y mi hijo y, como familia, es nuestro lugar. Adoro Londres y me siento muy especial allí; muchos viajes, historias y acontecimientos como para obviarla, mi ciudad favorita del mundo. Dicho así, creo que soy un ciudadano del mundo que se siente bien y especial allí donde tiene algo que contar.
Por otro lado, también creo en las etapas, en los círculos que un día se abren y un día se cierran. Quizá no haya motivo aparente que los haga rodar, que explique su movimiento pero, tarde o temprano, terminan por cerrarse. Eso es lo que ha sucedido en mi relación con Liv Kristine y con Theatre of Tragedy.
Y ahora que ya todo ha terminado, retrocedo en el tiempo y se me viene a la cabeza la conversación que tuvimos Alex Krull (marido de Liv), Liv y yo en los camerinos de Razzmatazz 2 de Barcelona al finalizar el concierto de Leaves’ Eyes el 17 de enero de este año. Liv me contó que en sus conciertos en solitario de este año (el 2015, recién terminado) iba a invitar a Raymond Rohonyi a cantar con ella canciones de Theatre of Tragedy, pero debía esperar unas semanas para preguntarle. Quedé en estado de shock ante esas noticias y mantuve la boca cerrada, pues no hay que traicionar la confianza de los amigos. Semanas después, recibo un mensaje suyo diciendo que Ray había aceptado y que estaba cerrado Nagold y cuatro fechas en Rusia. Le pedí que confirmara más ciudades, que verlos en Rusia podía ser muy bonito pero me quedaba un poco lejos.
La gira ha dado muchas vueltas, ciudades que se han caído del itinerario inicial y otras que se han añadido. Canciones que se anunciaron y han cambiado. Y mi viaje, que también ha variado sustancialmente.
Tras ver las fechas y ciudades, decidí que debía verla en Londres. En 2015 se cumple el veinte aniversario del debut discográfico de Theatre of Tragedy, fecha en que los descubrí, en 2015 Liv y Raymond se reúnen de nuevo, Londres es mi ciudad favorita del mundo y la de Liv también. Sí, definitivamente quería ver ese concierto en Londres y cerrar un círculo. Pero, como decía antes, mi viaje también ha dado muchas vueltas y decidí añadir a mi hoja de ruta el fin de gira de Nightwish con Arch Enemy y Amorphis de teloneros en Wembley.
Así pues, llegó el 19 de diciembre y a las 06h20 de la mañana cogía mi vuelo a Stansted. Algo de viento al llegar, pero ni rastro de frío. Mi primera parada era el Emirates Stadium. A uno le gusta el fútbol y, además del Espanyol, es seguidor del Arsenal. Antes de llegar al estadio me di una vuelta por los alrededores, por el barrio de Islington, donde descubrí que el Arsenal es más que un equipo de fútbol, que allí el rojo y el blanco se respiran por todos los rincones con tiendas, bares y graffitis dedicados a los Gunners, una gozada para sus supporters. Y sin quererlo me topé con la fachada del viejo Highbury, estadio que tantas tardes de gloria ha albergado, donde Henry, Bergkamp o Seaman han hecho enloquecer a la grada. Fue emotivo ver cómo dentro de lo que era el estadio han construido viviendas pero han respetado el rectángulo de juego con una zona verde y la estructura de las gradas sirve como elemento estructural de dichas viviendas. Una construcción espectacular que mantiene el espíritu del club, algo que en España resulta impensable incluso en los añorados Atocha, San Mamés o Sarriá por citar solo algunos casos.
Seguí caminando y llegué al Emirates, un estadio de bandera, en el que la Historia está presente a cada paso que das con estatuas de leyendas como Tony Adams, Ken Friar (fundador del club), Thierry Henry o Dennis Bergkamp, con inscripciones de Gunners fallecidos o lemas con la historia del club en sus paredes y con dos cañones a la entrada del estadio. En silencio, en una mañana de sábado, uno es capaz de sentir la pasión del futbol y la pasión por un club lleno de Historia. Nada comparable con Stanford Bridge, un estadio más frío y con menos solera, que visité hace unos años.
Mi paseo por Londres continuó en Covent Garden, un barrio que en plena época navideña resultó un hervidero de gente. Comercio por doquier, aglomeraciones de gente y curiosidades en el Covent Garden Market. Resultó un paseo agradable pero agobiante por la masificación. Espero poder darle una segunda oportunidad en el futuro para quitarme el regusto amargo.
Y tras algunas compras navideñas era momento para ir al hotel, dejar el equipaje, descansar un poco y rumbo al SSE Wembley. Nightwish me esperaban.
NIGHTWISH + ARCH ENEMY + AMORPHIS + SSE WEMBLEY = ECUACIÓN PERFECTA
Hace muchos años que no les veía en vivo, quizá desde la gira de “Century child” o “Once”. Me apetecía verles por cuanto “Endless forms most beautiful” me ha gustado muchísimo.
Llego a la parada de metro de Wembley Park y quedo anonadado al ver el estadio de Wembley enfrente de mí. Una gran avenida me conduce a él, enorme e imponente. Desgraciadamente, el concierto de Nightwish es en el SSE Wembley, el recinto contiguo, una suerte de Palau Sant Jordi, más moderno y con una acústica perfecta. Largas colas para entrar, pero todo muy bien organizado donde hasta el personal de seguridad es amable. Eso sí, a modo de curiosidad, solo había un puesto de merchandising y justo al acabar el concierto estaba cerrado… Curioso cuando menos.
Amorphis estuvieron brillantes con un set list que no retrocedió más allá de “House of sleep” en la que por cierto no apareció Marco Hietala, como sí había sucedido en gran parte de la gira. En apenas 35 minutos, la banda validó “Under the red cloud” como uno de los grandes trabajos de este año y Tomi adelantó que en 2016 estarán de visita por Europa.
De buen principio quedó claro que la acústica del recinto es imponente y con Arch Enemy el pabellón pareció venirse abajo. Alissa volvió a ganarme con una puesta en escena espectacular, una actitud que muchos quisieran y con una banda que rayó a un nivel espectacular. Incluso a Jeff Loomis se le vio integrado en una banda que fue de menos a más. Alissa anunció “As the pages burn” como uno de sus temas favoritos del nuevo disco y a fe que se deja el alma en él, aunque cortes como “No gods no masters” o “Ravenous” no le van a la zaga. Arch Enemy dieron un concierto espectacular, muy intenso y que terminó demasiado pronto.
Y en eso llegaron Nightwish y Wembley se vino abajo con la banda mejorando nota a nota durante la hora y tres cuartos de actuación. Una Floor Jansen sublime, un sonido impoluto, pirotecnia en exceso, proyecciones y una iluminación cuidada y elegante convirtieron su show en la representación perfecta. Sigo pensando si la encarnación de los Nightwish de esa noche es la mejor de la historia de la banda. Su concierto fue maravilloso de principio a fin con “Alpenglow”, “My walden” o “Stargazers” sonando siempre más alta que la anterior y con un final de concierto explosivo con “The greatest show on Earth” y eso que tenía mis dudas que fuera el mejor final posible. Los propios Nightwish, horas después, publicaban “It was truly a night to remember forever!!!” (“¡¡¡Realmente ha sido una noche para recordar siempre!!!”) y si ellos lo dicen, no voy a ser yo quien les contradiga.
Después del concierto no tenía más energía para la vida nocturna londinense y, a tenor de lo que aún estaba por venir, una retirada a tiempo es una victoria.
Y EL CÍRCULO SE CERRÓ
Y al final llegó el final y por fin era domingo, y por fin iba a ver a Liv y Raymond juntos de nuevo. Me había negado a ver vídeos de la gira, solo sabía el setlist. No quería escuchar nada, ni ver nada.
Trato de resolver unas compras antes de dirigirme al Underworld pero me sucede algo bien curioso… Las tiendas abren a las 11h00 pero los días festivos no pueden empezar a cobrar hasta las 12h00… Cosas de los ingleses.
Bajo en la estación de Camden Town y espero frente a la puerta de la sala. Allí conozco a Adam Brown, un buen amigo de Liv con el que departo hasta que la rubia noruega hace acto de presencia y al que emplazamos hasta la hora del concierto. Dejo mi equipaje en el bus de gira y nos vamos a tomar unas pintas a The Camden Eye, mientras nos ponemos al día y vemos Londres desde una ventana. El viaje empieza a pasar de merecer la pena a ser especial. Le transmito a Liv lo que ya sabe, que el concierto de hoy va a ser muy especial, que hay demasiadas emociones contenidas en esas canciones y de repente retrocedemos veinte años atrás en nuestros recuerdos, cuando Theatre of Tragedy empezó y ello deriva en algo que ambos sabíamos, que Londres es la ciudad preferida del mundo tanto suya como mía. Así pues el círculo se cerraba, muchos conciertos después, muchas historias, muchos viajes y muchas experiencias después.
Una inoportuna lluvia nos priva de un paseo por Camden. Mientras, conozco a Marie, amiga de la banda, y uno a uno a los gangsters de Liv, como ella los llama. Unos chicos encantadores. Micki me ganó desde el primer momento, un tipo encantador. Gijs resulta muy agradable y Liv le habla de mí como fan, a lo que Gijs espeta “hoy se cierra un círculo para ti”. Así fue.
Y al salir del bus nos topamos con Raymond. Nos conocemos, nos hemos visto y hemos charlado en privado varias veces. No evito darle un abrazo.
Llega la prueba de sonido y los avatares del destino quieren que toquen “Cassandra” y “On whom the moon doth shine”, quizá los dos temas que más esperaba del concierto. Les tiro algunas fotos mientras me posiciono frente al escenario, mientras asisto atónito a una suerte de concierto privado en el que me siento un privilegiado. No puedo evitar esbozar una tensa sonrisa, cerrar los ojos y emocionarme. Le siguió “Let you down”, pero entonces mis emociones ya estaban destrozadas. Fue fácil ensamblar todos los instrumentos.
La sala, el mítico Underworld, es un club de Rock ‘n Roll situado en un entresuelo, sin glamour pero con paredes que rezuman esencia por todos los costados. Las paredes de su backstage están llenas de adhesivos con logos de bandas que han tocado allí, toda una declaración de principios.
Quedaban aún unas horas para el concierto así que salimos a pasear por la acera mojada de Camden High Street. Tomamos un té junto a su tour manager en UK, una persona de su máxima confianza. “No tengo secretos con Marc, así que puedes hablar de todo”, dijo Liv a Mik Gaffney. Historias varias, anécdotas y entresijos del negocio después, Liv se volvió a hacer una ronda de entrevistas mientras yo me perdía entre los encantos del Stables Market y del Camden Lock Market. Sin duda, Camden es mi rincón preferido de Londres, un lugar underground, con gente de todo tipo, de todas las tribus urbanas en un universo de diversidad realmente excitante.
Regreso a la sala y los belgas Valkyre está a punto de empezar su actuación. Poco a poco me engancho a su propuesta, un Symphonic Metal con toques arabescos. Ataviados con trajes de época y la entrañable voz de Claudia Michelutti consiguieron llamar la atención del poco público presente. Un interesante aperitivo para abrir boca que el público británico supo agradecer.
Y llegaba el momento de cerrar el círculo de ver juntos a Liv y Raymond catorce años después. Lo que íbamos a ver no es Theatre of Tragedy, pero es la encarnación más fidedigna que jamás se podrá ver porque, salvo milagro, jamás habrá reunión.
Liv y sus gangsters aparecen en escena y “Vervain” suena fresca y los músicos compactos. Unos primeros compases en los que la banda parecía no encontrarse cómoda con el sonido, por lo que hubo que ir rectificando sobre la marcha. Nada que ver con la prueba de sonido anterior.
En su discurso inicial, Liv recuerda que este es su primer concierto en solitario en Londres y en todo Reino Unido. Procede a presentar a Raymond, que es recibido con una sonora ovación y ambos convierten “Venus” en el inicio de un concierto meteórico sucedido a la velocidad de la luz. Raymond agarra el micro y se siente cómodo en el escenario. Quizá también inseguro pese a llevar varios conciertos seguidos. Liv y Ray se profesan afecto mientras cantan juntos, se miran, se tocan y unen sus voces. El público sonríe, contempla y vive una experiencia única.
No cabe duda de que el respetable esperaba con ansia el repertorio de Theatre of Tragedy; no obstante, los temas de Liv en solitario encajan muy bien y el orden de las canciones parece muy estudiado.
Y en eso llega “A Hamlet for slothful vassal”, que provoca el delirio y lágrimas en algunos de los asistentes. Fue una de las primeras composiciones de Theatre of Tragedy hace más de veinte años y sigue sonando tan vigente como entonces. Para cuando empiezan “Cassandra” y “On whom the moon doth shine” el público ya está entregado y esos minutos convierten el Underworld en el idílico teatro de la nostalgia, pura magia, bella, excelsa y catártica.
Entretanto, Liv nos hace participes de cortes como “Panic”, que resulta balsámica y “Paris Paris” con la que, por una vez, queda aparcada la rivalidad entre Londres y París, y es que Liv recuerda a las víctimas de los atentados de París.
No deja de ser curioso ver cómo “Musique” fue un disco muy criticado en su momento y cómo los fans disfrutan y demandan sus canciones en vivo, por lo que “Image”, Machine” y “Commute” arrancan sonrisas. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio, relativiza las emociones y dota de razón a los impulsos.
Más fría sonó “Let you down”, aunque ahí estaban “Black as the devil painteth” y “Der tanz der schatten” para compensar, aunque sonasen a despedida.
Y el concierto terminó entre suspiros, porque no era posible que hubiese ido todo tan rápido, porque no era posible que, tras muchos meses esperando, ya todo hubiera terminado, porque no era posible que catorce años de espera hubiesen desembocado en un concierto para el recuerdo.
Quizá para la banda no fuese su mejor concierto pero, para mí, ha sido un concierto para recordar y revivir en mi recuerdo.
Tras el concierto, la banda se retira al backstage. Decido dejarlos solos, que descansen, que estén a su aire. Me dedico a ver las caras de los fans, de satisfacción total. Me acerco al stand de merchandising donde se agolpan algunos seguidores que esperan la presencia de los artistas. Liv y Ray no se hacen de rogar, lo firman todo, sonríen y se fotografían con todo el mundo.
Y para el final, Liv le pide a un fan que por favor nos hagan una foto a Ray, a mí y a ella. Una foto que me debía la Historia.
Llega el momento de recoger todas las cosas, de abandonar el Underworld. Llega el final y me resisto a que termine. Sacamos todo el equipaje de la banda y, mientras lo cargan en el remolque, Liv y yo terminamos de concretar algunos planes futuros. Y las conversaciones y las historias no terminan cuando la música termina. Llegan los abrazos, los agradecimientos y un «hasta pronto» con toda la banda, porque horas antes no nos conocíamos y ahora éramos cómplices de este fin de gira. Me cuesta despedirme de Raymond por los recuerdos, más de Liv porque Londres ha cerrado un círculo de veinte años de amistad, confidencias y complicidad.
Mi viaje termina como lo hizo la primera vez que estuve en Londres hace ya más de diez años, en un autobús de dos plantas que me lleva a la estación de Victoria. Desde la planta superior, en primera fila y con música de fondo, no dejo de repasar un fin de semana para el recuerdo lleno de emociones y momentos imborrables.
Agradecimientos:
Liv Kristine (thank you for an excellent day!), Raymond Rohonyi (my Metal dream came true in London!), Gijs Coolen, Ferry Duijsens, Jochem Van Rooijen, Micki “Mr. Nice Guy” Richter, Marie Verliefden, Mik Gaffney, Underworld crew, Valkyre crew.
PD: Por una vez, y sin que sirva de precedente, y tratándose de un evento tan personal termino con una foto de un servidor con los protagonistas.
Texto: Marc Gutiérrez
Fotos: Marc Gutiérrez excepto Nightwish, obra de Noel Morgan (https://www.flickr.com/photos/noelmorgan/)
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