Calificación del editor

Clay Shelburn, maldito seas. Viajaré a EEUU para cercenar tus extremidades superiores e implantármelas. Es una promesa.

3
Calidad de la guitarra
9
Barbacoa los findes
8
Voz acongojante
7
Colega

Venía hoy a contaros que hará, dentro de no mucho, veinticinco añazos ya del trágico accidente de helicóptero que se nos llevó por delante a Stevie Ray Vaughan con tan solo 35 años. Su Blues-Rock sureño tiró del interruptor cuando salió de la habitación y desde entonces le dejamos de escuchar, cosas de la vida, y menos mal que la música siempre se queda, aunque sea ya en esa fase, perpetua y estática, que no genera nuevas creaciones que escuchar y ante las que uno se podría emocionar, sino en esa especie de lapso recurrente que es una grabación. Siguen intactos todos los matices del intérprete, pero ya son inmutables; lo perdimos y no hay más. Y sí: sigue cabiendo la emoción. Pero los matices, maldita sea. Esos matices que nadan en el aire en cada nueva interpretación, ya están grabados en piedra.

Lo de ser bizarro, como reza la sección desde la que me dirijo a vosotros, tiene mucho de valiente, que viene a ser el significado correcto en español del adjetivo; pero también de extravagante, de raro o de inusual, que es la traducción más o menos correcta de «bizarre» así que, atendiendo a estos dos conceptos y conjugándolos, os ofrezco a este humilde señor -llamado Clay Shelburn- que un día llega a unos grandes almacenes, agarra una acústica de juguete y se marca «Pride & Joy», uno de los temas celebérrimos de Mr. Vaughan. Es decir, te metes en un Walmart con un colega, buscas una guitarrita y te calzas un temazo acojonante haciendo gala, no ya solo de habilidad y técnica con unos dedos gruesos sobre un mástil mínimo, sino de una sensibilidad con la voz inusual. Que no suena de estudio, te lo concedo. Pero madre mía, vaya forma de jugar con lo que no deja de ser un juguete.

De mayor quiero tocar como tú: qué claro lo tengo.

PD: Perdón por el síndrome de vídeo vertical, es lo que hay.