Sentimientos encontrados. Así me resumía un amigo el concierto de Metallica en Barcelona.
Y creo que no le falta razón para ello. La banda hace mucho tiempo que ha ido subiendo en el status musical hasta convertirse en lo más parecido a los Rolling del Metal. Pocas bandas son capaces de reunir en dos conciertos a más de 100.000 personas en grandes recintos. Eso conlleva, como todo gran poder, una gran responsabilidad. A estas alturas de la película lo único que tienen que hacer es acudir a actos, ya sean promocionales o a los Meet and Greet por los que la gente se deja un pastizal, calentar y salir a tocar durante dos horas. No tienen que preocuparse de nada. Para eso está la organización, las promotoras y el management. Leo por mi compañero Fernando García que Madrid fue un auténtico desastre. Con colas para todo, una ubicación del escenario que no lo ponía nada fácil para
ver el espectáculo y otra serie de cosas que si estuvisteis allí (o leéis su crónica) ya sabréis.
Barcelona fue un concierto más al uso, por lo que muchos de esos problemas se evitaron en cierto modo. La entrada al recinto se hizo tras una maratoniana excursión por los alrededores que de alguna manera evita aglomeraciones en los accesos. Los baños y sus colas en pista son un clásico de estos eventos, aun así nunca me ha parecido que se tuviera que esperar mucho para poder ir. Eso si, lo del precio de las bebidas sigue siendo escandaloso estes donde estes (aunque a diferencia de Madrid aquí eran 8+2,5€ con vaso tuneado para la ocasión).
Vayamos ahora a la parte en que la banda si es responsable. El espectáculo. Un gran escenario, con una enorme pantalla que permitía seguir en todo momento el concierto como si de uno editado se tratase. Grandes llamaradas, fuegos artificiales, lasers, proyecciones que acompañaron a la música. Nada que no se haya visto ya en conciertos de este tipo,pero por primera vez me dejé engatusar por el Golden Circle. Y es que, tras las experiencias en pista de U2 y Guns n’ Roses, estaba cansado de tener que pelear con un mar de móviles para acabar viendo el concierto desde una pantalla y no precisamente la
que trae la banda. Disfruté del concierto casi como en aquel lejano 1996 en el que vi por primera vez a la banda de San Francisco. Con casi 40 años a sus espaldas (ojo, que se dice pronto) podría plantear una gira mundial preparando un setlist básico y repetirlo noche tras noche. Y ojo, eso no es ninguna crítica para el que lo hace. Es una romper una lanza en favor de Metallica, grupo al que tras el album negro parece que es mucho más fácil criticar que dar con los aspectos positivos. Y es que no solo cambiaron 8 temas respecto a su última visita a Barcelona, sino que hubieron cuatro cambios si comparamos con el setlist de Madrid. Y se puede estar más o menos acertado con el número de Rob y Kirk, pero al menos demuestra que hay alguien detrás que intenta tener un detalle con cada ciudad. En
Barcelona volvieron a tocar “El Muerto Vivo” de Peret, algo que en el concierto del año pasado me sorprendió y pensé “¡Ole vuestros huevos!”. O por ejemplo cómo supieron salvar el momento en que apareciera una bandera de 53 metros en la pantalla mostrando la bandera de la ciudad en lugar de una de España como han hecho otros grupos (y sino que se lo digan a Scorpions, que se llevó una pitada tremenda en el RockFest de hace unos años). Lo cierto es que el domingo en Barcelona, Metallica se acercó a lo que Fernando echó de menos, un setlist sólido. Sonaron hasta cuatro temas de “Ride The Lightning” (incluyendo «Fade to Black» y el que da título al disco). Y poner “The Memory Remains” al
principio es todo un acierto. Es un tema perfecto para corear y de fácil llegada a todos los públicos. Y el resto de clásicos recuperados para esta gira que van rotando durante la primera mitad, le va dando matices diferentes a los repertorios. Dicho esto, es cierto que el momento versión, si no cae en gracia, rompe el ritmo del concierto y que, si como a mi el disco ‘St. Anger’ no te dice especialmente nada, parece que puedes aprovechar el momento “Frantic” (aún dentro de lo malo) para ir al baño o buscar otra cerveza. Si algo se le puede objetar al repertorio está en los bises. Además de empeñarse en meter “Nothing Else Matters” como penúltima canción, parece que a Metallica le ha dado por comenzar los bises con “Lords Of Summer”. Y no es necesario meter un clásico para sustituirla (que puestos a escoger sería lo suyo), simplemente cambiando el orden de esta con “Moth Into Flame” el final ya ganaría enteros. Incluso con estos pequeños contras, cuando esté disponible, me bajaré el concierto que han puesto a disposición de todo aquel que haya comprado la entrada y ya analizaré si James esta mejor o peor de voz, si Ulrich no mete los doble bombos o Hammett se equivoca en los solos… porque del concierto en sí me llevo un buen recuerdo y la sensación de que a la banda, con una gran actitud y entregándose durante las dos horas y quince minutos de concierto, aún le queda mucha mecha.
Maese Leiva
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