Calificación del editor

En definitiva, un álbum sólido, plagado de canciones magníficas, que evocan al hard rock más clásico pero, a la vez, abrazan un sonido limpio, moderno, fresco y ‘europeo’, que entra de primeras y que obliga a la reescucha. Temple Balls se han doctorado con honores y se han ganado el derecho a ser tratados de usted en la escena rockera internacional.

8.5
VALORACIÓN

Temple Balls Pyromide

TEMPLE BALLS
‘PYROMIDE’
Frontiers Records

La vida se fundamenta, esencialmente, en las casualidades. Lo casual suele traernos lo bueno, y lo malo, que afrontamos día a día, aunque no queramos reconocerlo.
Y en el mundo del rock y el metal, esta regla inamovible también rige; solo cabe pensar en cuántas bandas y cuántas canciones hemos escuchado por pura casualidad. De hecho, aún recuerdo cómo una buena amiga descubrió a Iron Maiden tras encontrarse, hace años, un colgante de Bruce Dickinson tirado en el suelo. Alguien perdió un pequeño objeto, pero ella descubrió un inabarcable universo de heavy metal.

Pues bien, algo así -desde un punto de vista digital- me sucedió a mí hace relativamente poco con estos fantásticos Temple Balls. Un click allí, un vídeo allá y… boom. Tenía delante de la cara el primer single del álbum que hoy nos ocupa: ‘Pyromide‘. Y sí, fue un flechazo. Amor a primera escucha.

No obstante, el tema que abre el disco, y efectivamente ese primer single, es 100% definitorio, no solo del propio trabajo sino de la banda. Y es que nunca un título dijo tanto con tan poco. «Thunder from the North» es, casi literalmente, lo que nos vamos a encontrar en ‘Pyromide’.
Y es que este (casi) ínclito quinteto de Oulu, Finlandia, es eso: un trueno convertido en hard rock. Una descarga eléctrica de pura energía que te pone las pilas en cuanto te acercas.
Lo cierto es que no podemos decir algo que no sea… ¡han dado en el clavo! Por una parte, porque el LP aglutina todos los tópicos que uno puede esperar en un trabajo de hard rock; desde temas cañeros y coreables hasta power ballads de esas que, aunque no estén de moda ni llenen horas y horas de programación en la MTV, seguimos escuchando y echando de menos en la intimidad (confesad).

Por otra, porque la banda pivota en 3 aspectos fundamentales como son unas composiciones de muchos quilates, una interpretación brillante en lo técnico y una actitud y un carisma del más alto nivel.
Curiosamente, Temple Balls lo hacen moviéndose como peces en el agua entre un sonido puramente europeo, que nos puede recordar a bandas como The Poodles o, sobre todo, H.E.A.T. y un aire más que evidente al hard rock estadounidense de los ochenta y los noventa.
Así, vamos a topar con himnos inmediatos como «T.O.T.C.» (acertadísimo segundo single), una de esas canciones pensadas para tocar en directo y corear con el público, temas más pesados y épicos, que se sumergen en la problemática social u odas al hard rock más canalla (que no chabacano) como «Bad, bad, bad» o «Unholy Night».

De todas formas, he de reconocer que, donde creo que el quinteto da en el centro de la diana es en «Heart of a Warrior». Como fan de la saga cinematográfica Rocky no puedo dejar de imaginarme una de esas maravillosas escenas de entrenamiento del bueno del Potro Italiano con este temazo de fondo. ¡Como anillo al dedo!

En definitiva, un álbum sólido, plagado de canciones magníficas, que evocan al hard rock más clásico pero, a la vez, abrazan un sonido limpio, moderno, fresco y ‘europeo’, que entra de primeras y que obliga a la reescucha -y, dicho sea de paso, que invita a escuchar los dos trabajos anteriores de la banda-; Un álbum al que solo le falta no flaquear en los dos temas
finales para convertirse en una auténtica obra maestra. Y con ello no quiero decir que no sea un pedazo de trabajo; ¡Al contrario! Han conseguido un puesto entre mis favoritos del año y, sin duda alguna, se alzará en todos los tops de mejores discos de hard rock de 2021.

Tras Traded Dreams (2017) y Untamed (2019), con este ‘Pyromide’ Temple Balls se han doctorado con honores y se han ganado el derecho a ser tratados de usted en la escena rockera internacional. Así pues, con ustedes…Temple Balls. ¡Todos en pie!

Dani Ruiz