DIA 3: El Rey que fue prometido
Mal asunto que justo el ultimo día de festival, que andaba yo ya arrastrándome sin fuerzas como culebra, pusieran a Celtiberian a las cuatro de la tarde. Me los dejo pendientes de ver en la siguiente ocasión que se me crucen.
Entrar sin fuerza el último día y que la primera banda que veas sea Testament… es de lo mejor que te puede pasar en un festi. Los tíos están en forma, no pararon de darnos temazo tras temazo y además con simpatía, buen humor, y metiéndose a la gente en el bolsillo. Andaba preguntando a los que me rodeaban cuál era la razón de que no estuvieran incluidos en el Big Four del Thrash, y nadie me supo dar una respuesta que no fuera pecuniaria.
Mi siguiente parada era Vhäldemar pero no pude acercarme porque me esperaba una sorpresa. Me preguntó la gente con la que iba si me apetecía ver las tripas del festival, la zona de backstage con el personal que trabaja en el sonido y montaje, y echar un vistazo en los camerinos. De entrada que te pidan si quieres entrar a los camerinos es raro, pero, contando que no soy un bellezón ni nadie famoso, opté por pensar bien de la propuesta. ¡Y menos mal! Porque nos dieron la vuelta a 8 personas y pudimos ver, desde el lateral del escenario, el primer tema de la banda que venía a continuación. ¡JO-DER! Para mí, otro de los momentazos del festival. Por un lado porque pude ver a una de mis bandas de cabecera hacer su ritual de salida al escenario, y por otro, porque pude ver como el público se va calentando y responde en el primer tema. De verdad que impresiona.
Para no dejaros con la intriga, os confirmo que la banda que salió al escenario fue Lamb of God. Ya me atraparon con su directo en la gira española (dos veces), pero este por ser el último concierto de la gira europea fue especial. «Redneck» y «512» son himnos en mi vida, y poder ver parte del resto del concierto desde el foso no me convencía para poder bailarlos. Así que agradecida a mis anfitriones, fui a tomar posiciones en el lado de los circle pits, mucho más divertido y con mejor sonido.
A partir de ahí, para mi el festival era chill out, sentarse, beber tranquilamente, disfrutar del ambiente y de la conversación con los amigos que siempre se hacen en los festivales. Y por supuesto, con los dos eruditos de 8 años que al día siguiente me recordaban perfectamente y aún tenían lecciones de música que darme.
Within Temptation empezaron con un sonido horrendo pero fueron remontando a medida que pasaban las canciones. Un montaje de escenario muy bonito en el cual se iban moviendo los protagonistas como si de una obra de teatro se tratara. Ni que decir tiene que los hits cayeron, como estaba mandado, aunque no faltaba por aquí y por allí quien echara de menos algo. Se notaba que el público tenía ganas de verles y se corearon medio concierto. Parece que la banda al final quedó satisfecha y se fueron a descansar con una sonrisa.
Al finalizar aprovechamos para ir a cenar y, tras la bronca del hermano de lo oscuro, Jero (colaborador de Empire), me acerqué al escenario principal segundo para ver cómo se defendía en directo la apuesta musical de Cult of Luna, que tan difícil de defender la veía escuchando sus discos. Vi la parte final del concierto y no fue aburrida, que es básicamente lo que esperaba, pero tampoco me enganchó. Lo dicho, que a cada una le llega la música que le llega.
Lo más raro de la noche fue que cerrara el festival nada más y nada menos que King Diamond. Tras sus problemas de corazón hace unos años, lo vimos recuperarse y volver al ruedo en una gira de festivales antes de repasar el «Abigail» en su aniversario. Me pasa con él que no me gusta nada su voz, pero la música y el espectáculo que ofrece son muy agradables (si se me permite usar el calificativo hablando de un escenario de película de terror). No tuve tiempo de sondear qué pensaban los fans que tenía alrededor, porque no me dejaban hablar, pero creo que es la tercera vez que le veo, y le he visto muy bien.
Y hasta aquí llegó mi festival. Siempre que alguien me comenta que no existe relevo generacional, que las bandas antiguas que están desapareciendo están dejando un vacío que nadie llena, giro mis ojos al Resu y se me quitan las preocupaciones. De los festivales grandes, este es el hijo. Las bandas que están viniendo aquí llevaran sobre sus hombros el peso del futuro. Hay otros festivales más específicos, de estilos más concretos, pero de los festivales que abarcan un amplio abanico de estilos, éste tiene pinta de ser el que persistirá. Veo futuro y lo veo muy bueno. Veamos que nos depara el aniversario del año que viene: decimoquinto Resurrection Fest unido al Año Xacobeo. ¡Esto promete!
Texto: Ymir Peiró
Fotos: Oficiales del festival
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