Calificación del editor
Este disco saca a Smith del hábitat musical al que tiene acostumbrado a la mayoría para acercarse a los registros y sonoridad de Kotzen, que es quien ligeramente se lleva el conjunto del disco a su terreno en esta pequeña obra de orfebrería musical que ambos guitarristas nos ofrecen y que genera ciertas ganas de escucharlo en bucle.
SMITH/KOTZEN
‘Smith/Kotzen’
BMG
A veces, las uniones en el mundo de la música se producen de la manera más insospechada. Es habitual ver como las carreras musicales confluyen en un mismo río y acaban formándose esos supergrupos que acaban por desaparecer bajo el mal de las agendas incompatibles. En el caso de nuestros protagonistas, su unión resulta sorprendente. Sí, ya se que a priori ambos músicos podrían tener más puntos de conexión que cualquiera de los duetos con los que Montserrat Caballé ofreció en su disco (muy destacables los temas junto a Bruce Dickinson o Steve Lee), pero aun así se hace extraño que ambos mundos se junten. Fue la esposa de Adrian Smith la que convenció al guitarrista para ver uno de los conciertos de Kotzen, tras el cual se conocieron entre bambalinas para descubrir que tenían muchas más cosas en común en la música de lo que pensaban. Ambas parejas se hicieron amigas y cada vez que quedaban la noche terminaba con alguna jam por parte de los dos guitarristas. Poco a poco, ambos músicos fueron dejándose llevar por la inspiración y decidieron aprovechar un hueco en sus agendas para emprender el proyecto de un disco conjunto. Las redes sociales mostraban sólo como los cuatro pasaban unos días de relax y asueto en las Bahamas, pero en realidad lo que allí se estaba gestando es el disco que ahora tenemos en nuestras manos. De aquellas sesiones surgieron casi todos los temas que lo componen, ya que “Running” es fruto de una de esas jams previas, dejando el trabajo de mezcla a un primera espada como Kevin Shirley.
La primera sensación que tienes cuando se confirma una noticia así te lleva a pensar en qué tipo de disco puede salir de una unión así. ¿Seguirá una línea más heavy clásica? ¿Harán un disco de raíces basado en sus influencias? ¿O quizás aprovechen para experimentar nuevas sonoridades? El resultado está más cerca de responder a la segunda pregunta que de las otras dos. Imagino que por un lado Adrian ya tiene a Maiden para componer en esa línea más clásica y proyectos como Primal Rock Rebellion para esas nuevas sonoridades. Y lo mismo sucede con Kotzen y su amplia discografía. Y a nivel musical… ¿Sería Kotzen la única voz cantante?¿O quizás harán un disco instrumental? Con su primer single de presentación fueron capaces de responder a todas las preguntas.
“Taking My Chances”, tema con el que abren el disco, muestra un equilibrio entre las dos diferenciadas técnicas de guitarra y la sorpresa de escuchar cantar a ambos, repartiéndose
equitativamente la parte vocal, un protagonismo que no esperaba por parte de Smith, al que no oíamos cantar (más allá de los coros en los temas de Maiden) desde ASAP. Ambos muestran en cada tema un excelente estado de forma en la voz, en la que Adrian ofrece un registro más grave y roto que contrasta y empasta a la perfección con los agudos tonos de Kotzen. Y con las guitarras pasa lo mismo, han sabido combinar ambos estilos sin pisarse ni quedar uno por encima de otro como se demuestra en el solo de este tema. La mano de Adrian Smith se nota en el riff inicial de “Running”, con una batería pesada y machacona que pasa de la oscuridad inicial a un estribillo que rompe el tema abriéndolo y que realmente da la sensación de ser una carrera que desemboca en una nueva muestra de técnica compartida en el solo iniciado de nuevo por Smith y rematado por Kotzen. La salida del tema deja constancia del feeling y el buen gusto de las guitarras de Smith en un final muy interesante. Si con estos dos temas no te han acabado de convencer, es probable que “Scars” lo haga. Su introducción nos evoca a algunos pasajes acústicos de los últimos trabajos de Maiden para ofrecer un poderoso blues rock que recuerda a los mejores temas de Joe Bonamassa tranquilamente. La travesía por este desierto musical, pesado y polvoriento, destaca por la voz desgarradora de Kotzen y las lacrimógenas guitarras de Smith, y como en los grandes westerns clásicos nos conduce hasta un duelo entre ambos guitarristas en el que se van sucediendo unos fraseos que se van diluyendo a medida que
vamos cabalgando en dirección a la puesta de sol. Y nos lleva hasta los terrenos mas próximos al funky de “Some People” en la que no desentonaría Glenn Hughes. De hecho hay algo de este tema que me lleva a los Deep Purple de “Come Taste The Band”. Este tema representa un ligero alto en el camino, en el que junto a “Glory Road” bajan un poco las revoluciones ofreciendo una muestra de lo que el sticker de la portada anuncia que te vas a encontrar en el interior, rock clásico claramente inspirado en los 70’s, ya que los ecos de Free o Bad Company e incluso un pequeño recuerdo al “Come Together” de The Beatles se dejan escuchar en ella.
Los que hayan seguido la carrera en solitario de Kotzen sabrán que es propenso a grabar todas las partes de los temas, así que cuando uno lee los créditos comprende que haya esta variación en el groove de “Solar Fire”, ya que es nada más y menos que Nicko McBrain el que se encarga de los parches en un tema en el que se dan la mano la Creedence Clearwater y Deep Purple para ofrecernos una poderosa muestra de lo que son capaces dos (o tres) monstruos de la música como estos. Pero Nicko no es el único baterista invitado a la fiesta. Tal Bergman, un viejo conocido de Kotzen, coge las baquetas a partir de aquí para los últimos temas del disco, y lo hace para llevar el ritmo de uno de los destacados del disco. “You Don’t Know Me”, un oscuro y pesado tema, con cierto regusto a las composiciones de Smith con Bruce Dickinson en sus discos en solitario, en el que Kotzen saca sus mejores registros de voz para hacernos recordar al mejor Cornell y en el que durante siete minutos fluye hasta la catarsis de un duelo final de guitarras de dos minutos en el que podrían haber estado hasta el amanecer tranquilamente. Con “I Wanna Stay” nos acercamos al final con este medio tiempo evocando la imagen de dos viejos amigos que conversan en el porche de su casa sobre algún viejo amor. Una canción que habría funcionado mucho mejor como cierre del disco, pero ellos han decidido que los rasgos arabescos Zeppelianos de “‘Til Tomorrow” sean los que rematen este trabajo.
Un disco que resulta una grata sorpresa, cuyo primer gran acierto es dejar que un tema como “Taking My Chances” lo inicie con una melodía completamente adictiva y un estribillo sencillo pero efectivo. El segundo es sacar a Smith del hábitat musical al que tiene acostumbrado a la mayoría para acercarse a los registros y sonoridad de Kotzen, que es quien ligeramente se lleva el conjunto del disco a su terreno en esta pequeña obra de orfebrería musical que ambos guitarristas nos ofrecen y que genera ciertas ganas de escucharlo en bucle. Ojalá no se quede en única y hayan nuevas entregas y, si es posible, podamos disfrutar de alguna fecha de presentación en directo.
Maese Leiva
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