Grave Pleasures + +++ 2015
Promotor: Ritual Cvlt
21 de Septiembre de 2015, Sala RockSound, Barcelona
Debo reconocer que ese día me dejé caer por RockSound algo más tarde de lo habitual en mí… Husmeando un poco a los que iban a abrir la noche, los Barceloneses “+++”, descubrí a los pocos temas que simplemente no eran “My cup of tea”, por lo que decidí acercarme al ecuador de su actuación, media hora más tarde de la hora oficial. Al llegar a la sala, me encuentro con algunos de los asistentes esperando fuera, la persiana medio bajada, y con las pruebas de sonido aún sonando dentro. Achaco este importante retraso a dos posibilidades: Algún contratiempo sufrido por la banda visitante, o bien el Karma dándome una lección.
Una hora más tarde, ya acomodados dentro de una sala llena un tercio de su aforo total, sale a escena el dueto barcelonés. Tras algunos ajustes en su equipo, solicitan a través del micrófono el apagado de los focos de colores del escenario aunque, ante la pasividad desde la mesa de sonido, y a pesar de su insistencia, deciden dar comienzo. Por respeto a la banda, hemos decidido procesar al blanco y negro las humildes fotografías que acompañan estas líneas, para dar un enfoque estético más cercano al que pretendían.Como apunte curioso, algunos de los asistentes les confundimos en primera instancia con “†††“ (Crosses), el sofisticado proyecto paralelo del cantante de Deftones, que se marcaron el año pasado uno de los más memorables lanzamientos que el «Dark wave” ha dado este último lustro.
La propuesta que esgrimen “+++” es, cuanto menos, peculiar. Ellos mismos se etiquetan en subgéneros como el “Neo-folk”, el “Lo-fi pop”, u otros más irreverentes como “Esoteric-punk” o “Sacro-thrash”. El dúo se ayuda de un sampleador y una caja de ritmos para las bases, y acompañan con sus guitarras acústicas y una sorprendente campanilla de metal como las que usan los curas para oficiar sus misas. Su vehemencia sobre las tablas es del todo encomiable, pues cantan con una pasión casi agresiva, exhibiendo su alma manifiestamente. Acerca de sus letras, hablaremos más adelante.
A medida que se iban sucediendo cánticos como “Veintitrés Leones Dorados Custodian Nuestro Templo”, la folky “De la Corona Cenital a la Luz del Tercer Ojo” o la soporífera “Según las Visiones de los Antiguos Profetas”, el dueto iba alternando sus funciones a los instrumentos tema tras tema; mientras uno cantaba y rasgaba guitarra proyectando esputos constantemente (en sentido literal), el otro tañía la campanilla y disparaba unas ochenteras bases de las que la propia Alaska se hubiese sentido orgullosa. Admito que no estoy muy acostumbrada a estas esotérico-post-modernas artes, pero, por momentos, daba la sensación de que ni ellos mismos se tomaban en serio, disparando socarronas miradas de complicidad entre algunos de los asistentes, y que poco a poco iban saliendo de la sala «a tomar el aire”.
No obstante, algo que no se les puede negar, es que sus letras calan hondo. Tres semanas después de su concierto, mientras estoy redactando estas palabras, me encuentro vociferando interiormente alguno de sus estribillos al leerlos, como “Tres son los vértices; Tres son los vórtices; Tres son los ángulos…” que rezaban en “Tres Son las Calaveras”, uno de los primeros temas de su espectáculo, y lo mismo me ocurre con el que adelantaron que sería el corte de clausura, «En el Fondo de un Pozo Negro Estoy Esperándote”, y que alegró el respetable, desatando unos bailoteos espasmódicos entre algunos de los de la primera fila. Así pues, dudo que la menda siga muy de cerca la trayectoria de “+++”, aunque desde EMPIRE les deseamos muchos éxitos.
Ya pocos eran los minutos para que empezara el plato fuerte de la noche. Aunque el aperitivo hubiese sido un plato de callos con garbanzos, estábamos todos caninos por catar la deliciosa receta de los fineses. Unos cocinillas de escándalo, que vienen con unas referencias en su currículo que casi les convierten en un supergrupo, liderados por un chef con estrella Michelín, el carismático Mat “Kvohst” McNerney, quien está también tras los fogones de los imprescindibles Hexvessel. Si es que no se puede escribir con hambre…
GRAVE PLEASURES
En un suspiro, la sala se acabó de llenar hasta superar la mitad de su capacidad, y así se mantuvo hasta el final. Una pena, puesto que dudo que llegáramos a los ochenta asistentes, algo injusto para una formación de este calibre, aunque eso le confiriese a la velada ese aroma underground que desprenden los eventos en RockSound, y que casi le hacen sentir a uno que está sobre el escenario con el resto de la banda.
El cambio de nombre de los anteriormente conocidos como Beastmilk obstó en gran medida la difusión y repercusión del concierto, y por ende, el número de asistentes se vio mermado. Pero podemos estar seguros de que, gracias a su flamante contrato con Sony, su próxima visita distará mucho de la que nos atañe en términos de afluencia, y por ello, recordaremos estos momentos con nostalgia durante muchos años.
Pero vayamos a lo interesante. Salen del diminuto Backstage de la RockSound Grave Pleasures y la sala se sume de un silencio muy poco habitual en lo que viene siendo una sala de conciertos. Conectan sus instrumentos sin demora, y arrancan con “Utopian Scream”, tal y como lo hace su nuevo trabajo, el intimísimo “Dreamcrash”. Podemos afirmar con rotundidad que les bastó con tres compases para meterse a toda la sala en el bolsillo, haciéndonos brincar desde el primer momento. Y es aquí cuando el papel de un frontman cobra una importancia vital, puesto que durante los primeros minutos, todas las miradas suelen ir hacia este, y en el caso de Kvohst, consigue encandilar con una inexplicable química alquimística; ya sea por la forma con que gesticula sus movimientos, o las miradas provocadoras que va lanzando al público, ya por no hablar de su cautivador timbre de voz.
Al tercer tema, dispararon la artillería pesada con un bailable tema de Beastmilk, “You Are Now Under Our Control”, del que solo podemos afirmar: Yes we were, bitches!. A estas alturas, la sala estaba totalmente desatada; destacando algunas fans de las primeras filas, un poco pasadas de Jagger, que se zarandeaban cual seguidor de Brutal Death Metal. Es más, incluso una servidora no podía evitar sacudir la cabeza mientras tomaba instantáneas durante los primeros temas. En la guitarrera “Futureshock”, la imponente Línnea Olsson se pudo lucir a las seis cuerdas con una solvencia y efectividad que le hacían acaparar las miradas de todos, acorde tras acorde.
La cohesión entre los miembros era total, incluso con el segundo guitarrista, Juho Vanhanen –frontman de mis idolatrados Oranssi Pazuzu– quien es el mercenario de esta maravillosa ecuación, pues solo colabora con el grupo como músico de estudio y de directo. Cabe decir que fue el miembro con menos tablas de la noche, si bien ejecutó sus partes de manera encomiable; se quedó relegado a un lado del pequeño escenario, y no interactuó más de lo necesario durante la función, aunque a lo mejor simplemente quedase eclipsado por el magnético Mat.
Con “Worn Threads” pasaron del futuro al pasado, hablando sobre el dolor provocado por las rupturas, como la que desencadenó en la banda que son hoy, o las sufridas por sus dos nuevos integrantes, Línnea y el sobresaliente batería Uno Bruniusson, de los ya extintos In Solitude, y que demostró que la fama que le precede se la ha labrado a pulso. Quiero destacar de este emotivo tema el hecho de que Mat se rodeara el cuello con el cable de su micrófono mientras cantaba, como si de una soga se tratara, y que a mí solo me hacía pensar en lo cerca que había estado de los escupitajos del suelo de la anterior actuación…
Tras un par de temas de Beastmilk que provocaron una estampida del público, nos deleitaron con el flamante single “New Hip Moon”, que resultó ser más bailable incluso que las canciones que les hicieron saltar a la palestra, para luego intentar cerrar la noche con “Love in a Cold World”, del Climax. Al abandonar el tableado, como nos quedamos con ganas de más, les reclamamos de manera tan insistente que no aguantaron ni veinte segundos. Las palabras de Mat fueron: “Como no tenemos donde dejarnos caer, nos quedaremos un rato más”. Así que nos regalaron la tranquilota “Crooked Vein” y el hitazo “The Wind Blows Through Their Skulls” que puso el broche de oro a esta formidable velada. ¡Qué cortito se nos hizo!
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