Calificación del editor

El himno de la gente solitaria elevado al exponente rock.

7
Mal rollico
8
Voz de macho
7
Guitarrica seventies

Corría el año 66 y The Beatles habían iniciado un camino de renovación que pasaba por abandonar los escenarios intransigentes, recuperar las guitarras afiladas, abundar en la distorsión, abrir la garganta y gritar. Olvidar la temática del amor -adolescente- o, en la medida de lo posible, restringirla a letras trabajadas o de corte irónico.

Había que cambiar, era algo que el cuerpo venía pidiendo desde hace tiempo, desde la aciaga experiencia en el Shea Stadium en que ni siquiera podían escucharse a sí mismos tocando. El fenómeno fan era insostenible y la industria de entonces era distinta: no se sabía lidiar con esas circunstancias, era algo cuyo calibre gigante no podía ser absorbido por el puro amor a la profesión y la aceptación de sus gajes. Que no hay tu tía.

En Revolver, el álbum que para muchos inició la llamada «segunda época» junto con Rubber Soul, Paul McCartney cantó a la soledad y nos relató la historia de Eleanor Rigby en un tema pop con influencias barrocas (George Martin incluyó un cuarteto de cuerdas de una melancolía apabullante) que ha sido versionado por artistas de todo pelaje, desde Ray Charles a Aretha Franklin pasando por miles de aficionados que se han sentido marcados por el mensaje sin esperanza de sus letras.

Y aquí es donde entra Scarlett, un trío joven de hard rock que vive en Brasil, donde el calor y la vida polarizan los estilos musicales desde la samba, la bossa nova y todo lo que engloba el jazz latino hasta un rock de raíces calientes que se encona hasta la brutalidad. Se han criado entre discos de Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple y un sinfín de clásicos del rock de aquí y allá que les ha llevado a versionar, con todo respeto pero con signo indeleble, a los grandes con total solvencia.

Su versión de Eleanor Rigby no puede ser menos. Rockera como nunca y desgarradora de entrañas en la voz de Fernando Mafra acompañado de Clifton Macnamara a la batería y Nicolas Fresard a la guitarra, esta cover de aires setenteros nos cuenta la historia de toda la gente abandonada por la vida.

Qué bajonazo, oye. No me hagáis mucho caso, que sigue siendo viernes.