Calificación del editor
Irrepetible, inenarrable, inefable. Todo empezando por "i".
A veces, uno cree que ha visto (casi) todo y, justo en ese momento, la vida te planta en los morros la prueba palpable de que te equivocas, y de qué manera.
La Historia del Rock está trufada de bandas y artistas que decidieron ir contra el sistema establecido, que declararon abiertamente su oposición a estructuras y formas tradicionales de ver la Música, aunque ello supusiera aceptar de forma tácita, a veces inconsciente, que estás aún dentro del mismo bote.
Los suecos Europe no son tampoco gente de conservatorio, precisamente, pero nadie les va a negar su grandeza pasada y presente. Duros, melenudos, glamourosos, superaron la barrera de negarse a cortarse las crines y seguir cantando en inglés para llegar a componer un himno generacional que se ha reproducido en nuestras cabezas mil veces. Pero la creatividad es lo que tiene, y Europe y su «The final countdown», uno de sus hits más jaleados, no se libran de una versión «distinta».
Entrando en harina, este zanguango que os muestro abajo ya es un clásico; su canal de Youtube ardió en visitas hace unos años y acabó incluso presentándose a un talent show donde lo grotesco es un valor. Pues bien, Stuart Crout tiene el honor inmenso de haber parido el Kazookeylele, un ¿instrumento musical? híbrido, godzillesco, que aúna las virtudes y defectos de un mirlitón (un pito de lata, para entendernos), un teclado de juguete y un ukelele.
Kazookeylele. Repetid conmigo: Ka-zo-o-key-le-le.
Para su salto a la fama, subido a su engendro sónico, Stu decidió lanzarse con el citado éxito de los suecos… Y el resultado es este. No le perdono que haya cambiado un acorde, todo sea dicho. Stu es grande como Europa. Es un titán de proporciones épicas, es un Kraken musical. Regocijémonos.
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