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CROBOT
Sala Boite, Madrid

Como diría cierto personaje de cuyo nombre no quiero acordarme, dejémonos de mamandurrias. La verdad es que hace un mes y pico no tenía ni puñetera idea ni de la existencia de Crobot. Si alguien me los nombra lo único que les hubiera respondido sería: “no es con c, es con p, porque me estás hablando de Probot, ¿no?”. Porque, hasta entonces, esa era la única referencia personal con cierto parecido a ese nombre que me aparecía buscando en la base de datos musical de mi ya cada vez más maltrecho cerebro: aquel proyecto del insigne y polifacético Dave Grohl, que publicó hace unos años en colaboración con multitud de músicos de diferentes bandas, dando rienda suelta a su faceta más heavy y consiguiendo, por cierto, bastante notoriedad y la esperanza entre mucha gente de que repita la idea en algún momento. Pues eso, que de Crobot no solamente no conocía ni el nombre, sino ni siquiera si hacían Death Metal melódico o electro-choni-reaggeton.

“Something supernatural” es el disco al que me bastó un tiento para no poder estar más de acuerdo en su título. Doce canciones como doce soles en un álbum sin un segundo de desperdicio

Esa fuente de conocimiento (a la par que ilegalidad) que es internet me llevó a descubrir el anuncio de su concierto y al ver que, de por medio, estaba involucrado José Luis Carnes y su The Mad Note Co. Decidí echarle una oreja al asunto porque todo aquello que este hombre trae es garantía de calidad musical.

Recurriendo de nuevo a nuestra querida nube, que el horno económico no está para muchos dispendios, me encontré con un grupo que disponía de dos álbumes publicados de los que solamente el último era encontrable y con una enorme cantidad de comentarios positivos al respecto. Además de la noticia de su fichaje por la discográfica Nuclear Blast, responsable de la edición de este segundo disco y que, si bien siempre ha estado en la vanguardia, estaban más centrados en el espectro más extremo de lo musical, en los últimos años se ha destacado por descubrir, sacar a la luz y firmar a un buen número de bandas de gran calidad dentro de muy diversos estilos.

“Something supernatural” es el disco al que me bastó un tiento para no poder estar más de acuerdo en su título. Doce canciones como doce soles en un álbum sin un segundo de desperdicio. Ya había leído su tendencia por el rock más setentero y no voy a ser yo el que lo niegue pero, siendo esa su base principal, yo no dejo de ver en ellos elementos del hard rock más moderno que pueden practicar bandas como The Answer o, sin ir más lejos, los madrileños El Dorado, quienes beben igual de aquellos maravillosos años pero hacen sonar moderno algo que podía parecer anquilosado. Riffs, riffs y más riffs coronados por una voz excelente y unas letras que destilan claramente ese gusto por lo oculto, lo esotérico o lo sobrenatural como prueba el propio nombre del disco y títulos de canciones como “Skull of Geronimo”, “La mano de Lucifer”, “Chupacabra” o “The necromancer”.

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Evidentemente, después de esto, adquirir la entrada y acudir con la máxima expectación a su concierto en la sala Boite era la que tocaba. Nos encontramos con una banda sencillamente maravillosa, que hace lo que hace totalmente convencida y con una energía, un ímpetu y una brillantez que se transmite de inmediato al público asistente. Tocando prácticamente la totalidad de este segundo álbum más el añadido de un par de temas de publicaciones previas como “Weigh me down” o “Full moon howl”, deleitaron al respetable del primer al último segundo. Tocaron, además, un tema nuevo, de título “Upon a pale horse” y que promete que las cosas en el seno de esta formación norteamericana procedente de Pennsylvania, van a seguir por los mismos derroteros que tantos aplausos provocaron el pasado viernes.

En los últimos años, estamos viviendo un revival enorme en el que la vuelta a los orígenes de los setenta se ha convertido en el leitmotiv de decenas y decenas de formaciones, y muchas veces es difícil distinguir a unos de otros. Algunos, evidentemente, destacan sobre el resto porque su calidad es tan obvia y aplastante que es imposible no caer rendido ante ellos pero detrás nos encontramos también, por qué no decirlo, con bastante morralla que parece que solamente trata de aprovechar el tirón de una moda para intentar conseguir su sueño de ser estrellas del rock. Unos vaqueros roídos y una camisa de colorines de quinta mano les parece a algunos suficiente para triunfar. No es el caso de Crobot, al menos desde mi punto de vista. Creo que hay algo que les distingue de esa horda de bandas que practican estilos similares y es su capacidad para crear melodías pegadizas adornadas con letras más que curiosas que dan lugar a un repertorio completísimo que demuestra una facilidad innata para componer canciones atemporales.

Una de las curiosidades que tenía era comprobar la capacidad de su vocalista Brandon Yeagly, que ya sabemos todos que en estudio hasta yo puedo parecer bueno. A mí me dejó sin palabras, no solo porque mejoró lo que había podido escuchar, sino porque a su actuación añadió una vitalidad que le aporta muchos enteros al show. Y lo mejor de todo es que eso es algo que destilan por sus poros el resto de miembros del grupo, empezando por el guitarrista Chris Bishop, que no paraba de darle vueltas a la guitarra alrededor de su cuerpo (con el peligro que ello conlleva de que se te vaya a tomar puñetas y quedes en el más absoluto de los ridículos como algún vídeo ya mítico en Youtube ha probado) mientras que iba desgranando esos ritmos tan setenteros como incluso stonerianos en ocasiones. Qué decir del bajista Jake Figueroa, quien con su sola presencia, sus pintas y su curiosa y furiosa forma de tocar el bajo (lo situaba tan alto que a veces parecía que iba a tocar las cuerdas con la lengua) me parece uno de los músicos más interesantes que he podido ver últimamente. Paul Figueroa completa, a los tambores, con sus ritmos desbocados, un cuarteto que promete darnos muchas alegrías en un futuro que tienen por delante y que esperemos puedan y sepan conquistar.

Después de una primera publicación casi desaparecida y pudiendo considerar “Something supernatural” casi como su primera referencia, esperemos que la capacidad que han demostrado en ella y el apoyo tan importante aún de una discográfica como la que les ha acogido les lleve a cotas superiores. Ya han tenido la oportunidad de telonear a bandas como Clutch o The Sword y aterrizaban en Madrid viniendo de una reciente gira junto a Black Label Society y Black Tusk, así que tienen buena parte del camino recorrido y un horizonte a lo lejos que solamente está esperando a que sean capaces de seguir por la misma senda y no caerse en el trayecto. Sea como sea, desde luego que Crobot es un nombre que ya ha quedado grabado en mi memoria y no olvidaré si alguien me lo vuelve a mencionar en alguna conversación.

Jorge Delgado
Fotos (de Barcelona): Joaquim Valls

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CROBOT
Sala Rocksound, BARCELONA

Más que como una review al uso, estas líneas me las tomo como una pequeña reflexión sobre el paso de Crobot por las salas de nuestro país y en este caso concreto, por el escenario de la sala más indicada para vivir una gran noche rockera como la que se preveía; la, esta vez bien llena, Rocksound. Para volver a experimentar a través de nuestra humilde apreciación el concierto en su máxima expresión, os recomiendo ojear la crítica de mi gran amigo Jorge, que desde Madrid nos expone fenomenalmente, como siempre, cómo se lo pasó en el show de los americanos.

Pues bien, llegaban los de Pennsylvania con una aureola que, para ser un grupo de un solo trabajo, se me antojaba como un pelín exagerada. Sí, es cierto, su disco debut es un pelotazo, una amalgama estupendamente ejecutada de hard rock y ese sonido setentero tan en boga y que últimamente estamos experimentando con múltiples bandas venidas de todas partes de Europa, de Estados Unidos y sí, de nuestro país también. Por lo tanto, ante tantas buenas críticas, al ver la sala tan abarrotada y la enorme expectación que había antes del show yo, como buen capullo que soy, aún me lo tomo con más calma y me vuelvo más crítico… No sea que me deje llevar por la euforia y la algarabía… Cosa que tampoco tendría nada de malo.

Es muy fácil rendirse a ese sonido a lo Led Zeppelin, Black Crowes o incluso Wolfmother, sobre todo por el rango vocal que Brandon Yeagley posee perfecto toda la noche

Con las notas de sus primeras «The legend of the spaceborne killer» y «Skull of Geronimo», nos dejamos llevar por la excitación antes comentada y es que es muy fácil rendirse a ese sonido a lo Led Zeppelin, Black Crowes o incluso Wolfmother, sobre todo por el rango vocal que Brandon Yeagley posee perfecto toda la noche. Realmente es un vocalista asombroso, que llena el escenario y que por esa agudeza, a veces, me recuerda incluso a todo un Myles Kennedy, ¡cosa nada baladí! El resto de la banda tiene un nivel más que notable, con un guitarrista perfecto pero no asombroso en la persona de Chris Bishop que es además un espectáculo por sí solo… Los hermanos Figueroa aportan ese necesario punto de seriedad y cordura a la banda, cumpliendo perfectamente con el papel de “amasador” del sonido que poseen.

Tras los cinco o seis primeros temas, y ahí viene para mí el punto clave, me dejan de sorprender, siguen descargando vehementemente grandes temas como «Chupacabra», «Queen of the light» o «Cloud spiller» pero, desde mi punto de vista (único, recordad), el show ya no me deja boquiabierto, patidifuso u ojiplático, como queráis… Tal vez soy yo que no estoy al 100%, aunque no crea que sea ese el motivo, sino que me doy cuenta de que estoy escuchando un grupo como tantos otros han pasado por ese escenario y que también nos han agradado sobremanera… Y éramos bastantes menos viéndoles…

Después de una hora vuelven con una magnífica versión del «Never in my life» de Mountain y «Tap dancin’ on a tightrope» que nos dejan un buen sabor de boca… Y punto. Mañana será otro día y volveremos a ver a otro grupo… ¿Qué quiero decir con esto? Pues que sí, que tocan de coña marinera, que son jóvenes con mucho margen por delante, que han parido un gran disco debut y que tienen un directo muy bueno pero para mí, aún les falta mucho, sobre todo un gran segundo y tercer disco… Para que les convirtamos en la “gran esperanza”. Aguardaré acontecimientos y espero verles y, por supuesto, disfrutarles más la próxima vez.

Texto: Jaume Bellini
Fotos: Joaquim Valls