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En la edición de ayer de Empire publicamos una interesante y extensa entrevista con Sergio Guillén Barrantes, autor de AOR World. Hoy te ofrecemos la segunda parte en la que tienen cabida otros proyectos e inquietudes de Sergio, sin duda uno de los referentes del rock melódico en nuestro país.
Primera parte de la entrevista: http://empirezone.es/2020/12/29/aor-world-la-entrevista-1/
Por Ymir Peiró
Fotografía: África Paredes

Otras músicas

EM: Como buscador de tesoros que pareces ser, y se puede comprobar en tu programa de radio «Discos Para Inquietos» por ejemplo, ¿qué otros estilos te interesan y te han marcado? ¿Cuál es tu favorito?
SGB:
Mis primeros recuerdos musicales me vienen de mi casa, de mi padre. Él siempre trabajó como arquitecto, pero tiene un gran amor por la música. Todos los sábados y domingos por la mañana me despertaba poniendo sus discos favoritos. En casa nunca existieron catalogaciones, únicamente buena o mala música… Y la mala era música que mi padre ya se preocupaba en no comprar. Así que cualquier día podía escuchar tanto “The War Of The Worlds” de Jeff Wayne como el “Crime Of The Century” de Supertramp, “Quarterflash” de los Quarterflash, el “Abbey Road” de The Beatles –mi grupo de cabecera, sin la menor duda; y Paul McCartney, mi Beatle predilecto–, “Wednesday Morning, 3 A.M.” de Simon And Garfunkel, “Trans-Europe Express” de Kraftwerk, “Nashville Skyline” de Bob Dylan o “Water Bearer” de Sally Oldfield –le encantaba a mi madre–, por citar unos cuantos de centenares. Ese amor me caló profundo desde el primer momento y podría decirse que con apenas cinco años tenían tanto sentido en mi vida los juguetes como los discos. En mi cuarto atesoraba un radiocasete donde escuchaba todos esos elepés que mi padre me pasaba a cinta, además de que comenzó a regalarme casetes originales. Vivir los años 80 fue algo muy especial como oyente y descubridor de músicas. Reconozco que a veces no casaba con mis compañeros de clase pues, y aunque me gustaba todo el rock que salía en aquellos días, mis primeros referentes fueron AC/DC, Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, cuatro grupos por los que sentía verdadera obsesión. En cualquier caso, y como crecí sin barreras estilísticas, admiraba tanto el ska como el thrash metal, el blues como el glam rock, el synth pop como el rock progresivo o el swing, el heavy metal como el funk, el rockabilly como el jazz o el punk… Ya te puedes hacer una idea. Y de todo coleccionaba al tiempo. Por supuesto, y como es lógico, paso por etapas en las que siento mayor apego por uno u otro estilo, en las que el cuerpo me pide escuchar más AOR o soul, hard rock o heavy, blues o jazz, etcétera; pero nunca he abandonado ese eclecticismo musical. De hecho, mi discoteca casera de vinilos, casetes y CDs originales está ordenada por orden alfabético de los grupos y artistas, no por estilos, por lo que todo está junto. Para algunos será totalmente incomprensible, pero para mí es perfecto.

EM: Entre tus libros publicados podemos encontrar novelas y parecen estar salteadas de música también. ¿Qué papel juega la música en ellas?
SGB:
Una gran parte. Mis dos novelas, “Sátrapa. Rompecabezas Para Una Canción Perfecta” y “Hiel En Cuerdas De Guitarra”, poseen un trasfondo musical muy potente, de hecho es casi como un protagonista más y se hace fundamental en la trama. Hay una cara emocional y otra que es fiel reflejo de lo que significa la música a muchos niveles: en la carrera del músico, en la del coleccionista, en la del empresario que lleva un emporio de revistas del género, en la del representante e incluso en la del advenedizo. Todo capturado por mi retina y oídos durante largos y largos años de trabajo en la profesión. Finalmente dichas vivencias se entrelazan a modo de thriller con misterios, secretos, traiciones e incluso asesinatos.

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EM: De entre tus libros me tengo que acercar a los dos que hablan sobre La Frontera, una de mis bandas nacionales favoritas. Intentando no destriparme el final, ¿crees que el haber estado en España les ha jugado a favor o en contra?
SGB:
Me gustaría explicar algo antes de contestar tu pregunta. Realmente sobre La Frontera y su líder Javier Andreu sólo he escrito un libro; sin embargo, como bien comentas, la gente hallará dos publicados firmados con mi nombre. Aquí va la razón. Inicialmente publiqué “La Frontera. Palabras De Fuego” con una editorial que nos prometió el oro y el moro pero que a la postre no cumplió con lo acordado –dejémoslo ahí, no quiero meterme en temas legales como así tuve que hacer en su momento–. Cuando conseguí que se liberase mi obra, decidí reeditarla junto a la editorial del excepcional profesional Nando Caballero. Así que en La Produktiva Books aparecería dicha reedición a la que se cambió el título por “En El Límite Del Bien Y Del Mal. Javier Andreu Y La Frontera”. Ése es el libro que el que esté interesado debería adquirir, ya que es el único de los dos que actualmente se considera como oficial. Eso sí, únicamente se puede comprar en formato físico y, solamente, o en la web de la editorial (https://www.laproduktiva.com/books/la-frontera) o en Amazon.
Una vez aclarado esto, te diré que ni una cosa ni la otra. Recuerdo que cuando yo comencé a seguirlos, allá por 1988 o 1989, cuando editan “La Rosa De Los Vientos”, La Frontera es un grupo no solamente asentado, ya que también de gran éxito. Cuando llega “Capturados Vivos”, el concierto grabado en la Plaza Sony de la Expo92 de Sevilla, La Frontera llenaba grandes recintos. Incluso en Portugal eran admirados como primeras figuras del rock y asistían a los conciertos escoltados por policía o militares. Sin embargo, y como bien me aseguraba Javier Andreu en las charlas que dieron forma al libro, llegó un momento de fama en el que no eran capaces de pensar que aquello podía desaparecer de la noche a la mañana. Y es que eran muchos los grupos nacionales que disfrutaban de un éxito bárbaro, bandas que llenaban interminables pabellones y que cobraban cachés más que importantes. Y eso duró hasta el ecuador de los años 90 sin tener visos claros de fin. Luego llegó un duro golpe contra una realidad que no debió ser tal. La Frontera, en cualquier caso, siempre ha intentado mantenerse en marcha y grabar discos con cierta regularidad desde entonces.

EM: Y hablando de otros estilos, ¿qué nos puedes contar sobre el proyecto relacionado con la New Wave of British Heavy Metal?
SGB:
Es un proyecto que en la actualidad se encuentra en estado de hibernación. Tanto ese libro como una biografía sobre The Monkees eran los siguientes pasos una vez publicado el libro “AOR World. Un Viaje Por La Historia Del Rock Melódico En 200 Discos”. Pero, como ya contaba, llegó la gran respuesta de los compradores y acepté su petición de darle una segunda parte, así que aparqué dichos proyectos para un futuro próximo. El libro sobre la NWOBHM tendría tanto una parte histórica como una ya más similar al del AOR, es decir, la realización de una radiografía del género por medio de elepés fundamentales y otros no tan conocidos.

SERGIO GUILLÉN

(Acerca del periodista musical) Solamente unos pocos pueden vivir de ello; por lo general, el periodista musical debe de estar escribiendo para los mil y un medios, colaborando aquí, ofreciendo sus servicios allá –y en gran número de ocasiones sin cobrar, únicamente intentando que la siguiente vez sea la buena y se valore su trabajo por medio de la remuneración–. Así que mi recomendación es que creáis en vuestro esfuerzo, que os mantengáis fieles a vuestra ética de trabajo y que no os dejéis avasallar por promotoras, sellos discográficos o personas que quieran someter vuestra libertad como profesionales del medio.

EM: Aún estoy intentando conciliar en mi mente la idea de que toques la batería y compongas música electrónica al mismo tiempo. ¿Me puedes ayudar a entenderlo, cómo compaginas esas dos pasiones? ¿Puede tener alguna influencia el haber crecido durante los 80 y 90 cuando la música electrónica llegó a todos los estilos?
SGB:
La batería es, ha sido y será mi instrumento predilecto. Desde crío ya me dedicaba a intentar seguir mis canciones favoritas con lapiceros, tenedores o todo lo que se pudiese asemejar a unas baquetas. Adoro la espina dorsal rítmica de una banda. Me obsesiona y, si tuviese más tiempo, el otro instrumento que aprendería a tocar es el bajo. Soy de la época en la que no existían Youtube y sus tutoriales, los días en los que los chavales aguzábamos el oído para sacar las partes de batería de nuestras bandas predilectas. Comenzábamos aún sin batería, autodidactas, tocando sobre los cojines del sillón o sobre los almohadones de la cama. No recuerdo etapa de mi vida en la que no me subyugase la batería, el practicar, el ensayar, el disfrutar tocando aunque fuese únicamente un rato al día.
En cuanto a la música electrónica, y aunque por supuesto colecciono synth pop o pop electrónico de los años 80, mi forma de afrontarla no viene de ahí. Venus Bites, como titulé a mi one-man band, era una apuesta inicialmente fantasma para la que me inventé una biografía salida de madre –muy a lo Spinal Tap– donde vendía al proyecto como un olvidado grupo de electrónica experimental de mediados de los años 70 y lo situaba como contemporáneo de Popol Vuh, Cluster, Tomita o Kitaro; y en cuanto al sonido de mi primer CD, “Friday Morning Sound Therapy” (2007), por ahí iban los tiros. Esta idea me llevó a atreverme con el rodaje de un corto amateur, “Psychotic Reaction”, que sería seleccionado en el concurso Filmo Laboral 2009 de Gijón, Asturias. Luego, ya en 2011, y con “The Loops EP”, el concepto de Venus Bites se reinventa y me acerco entonces a nombres como Yamo, Ship Of Fools o Kraftwerk. Jugando con diversos loops atajé nuevos desarrollos instrumentales en una búsqueda en favor de las mezclas inesperadas y cargadas de preponderantes bases rítmicas.
Otras facetas

EM: Pasando a tu experiencia en medios de comunicación, ya hemos mencionado la radio, pero tenemos también revistas como «Renacer Eléctrico Music Magazine». ¿Qué has querido contar en este tipo de proyectos?
SGB:
Renacer Eléctrico comenzó como fanzine musical focalizado en el rock, rock duro y demás derivados, pues eso era lo que contenían los programas de mi primer espacio Despertar Eléctrico. Sin embargo, poco a poco me tomé la libertad de abrir las páginas a todos los intereses culturales que me atraían, por lo que también se habló de cine y de literatura; y, en el campo musical, se pudo leer sobre rock pero también sobre blues, jazz, country, pop, ska, música celta, sinfónico, new age… Es decir, pasé nuevamente a la catalogación entre buena y mala música, no por género. Tras el fanzine, y en los estertores de los 90, se funda Renacer Eléctrico como portal Web. Renacer Eléctrico y The Sentinel, por ejemplo, salieron en Internet cuando aún muchas de las revistas en papel reconocidas no habían creado su versión digital. Fueron años complicados pues los sellos o promotoras aún no entendían el futuro que podría tener aquello. El diseño cambió con los años, al igual que de forma puntual fuimos nuevamente revista en papel, pero en los últimos tiempos decidimos presentarnos en un punto intermedio: formato, maquetación y páginas de revista pero editada en pdf para Issuu (https://issuu.com/renacerelectricomusicmagazine).

EM: ¿Tienes alguna recomendación para un medio como el nuestro que también empezó impreso y ha acabado en la Red de redes?
SGB:
Cualquiera que lleve los suficientes años en el mundo del periodismo musical y que afronte la actualidad del mismo, bien sabe que es un medio muy ingrato –sobre todo para el periodista–. Solamente unos pocos pueden vivir de ello; por lo general, el periodista musical debe de estar escribiendo para los mil y un medios, colaborando aquí, ofreciendo sus servicios allá –y en gran número de ocasiones sin cobrar, únicamente intentando que la siguiente vez sea la buena y se valore su trabajo por medio de la remuneración–. Así que mi recomendación es que creáis en vuestro esfuerzo, que os mantengáis fieles a vuestra ética de trabajo y que no os dejéis avasallar por promotoras, sellos discográficos o personas que quieran someter vuestra libertad como profesionales del medio.

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EM: Como comentábamos en la introducción eres un «hombre del milenio» que no duda en utilizar todos los medios de comunicación al alcance para expresarse. ¿Cuál es el que te queda por probar?
SGB:
No es que no dude en utilizar todos los medios de comunicación a mi alcance para expresarme, es que no me queda otra. Siempre me he sentido un periodista de la vieja escuela, que es lo que aprendí en la Universidad. Por lo que ahora, cuando en una oferta de empleo para periodistas no te piden escribir con alto nivel de redacción, sin faltas, con perspicacia, con conocimientos de documentación o adaptación a una línea editorial, y sin embargo te exigen conocer al dedillo la estructura de Internet, la fluctuación de una publicidad en las Redes Sociales, cómo hacer clickbait, los mejores trucos SEO para crecer en Instagram… Buf, me siento como de otro planeta. En fin, es algo que está a la orden del día en Internet, pero eso no es ser un buen periodista; son nociones que casan más con profesionales de Youtube como Romuald Fons. Es decir, una revista debe tener a unos y a otros para conseguir el triunfo en los nuevos medios, pero creo que hay que valorar por separado el trabajo de cada uno con sus pros y sus contras. El problema es que las labores que antes hacían dos personas o hasta tres en diferentes departamentos, ahora se quiere que lo haga todo uno a modo de multifunción; y así está el periodismo actual.

EM: Has confesado ser un coleccionista, en Empire Magazine tenemos perpetrantes del mismo delito. ¿Qué coleccionas y por qué?
SGB:
Colecciono libros, películas y, sobre todas las cosas, música (CDs, vinilos y casetes). ¿La razón? Es la única droga o vicio que he tenido en toda mi vida.

EM: ¿Cuál es la pregunta que no te hemos hecho y te hubiera encantado responder?
SGB:
Debo reconocer que esta entrevista es una de las más completas, o tal vez la que más, que me han hecho en toda mi carrera. Por otra parte, creo que ya he dado la matraca lo suficiente como para tener que alargarme más. Estoy realmente agradecido por todas tus preguntas y por el espacio que me habéis dado en vuestro medio.

EM: Muchas gracias por dedicarnos este tiempo y esperamos poder volver a contactar contigo y comentar los nuevos proyectos.
SGB:
Mil gracias a vosotros, de corazón. Larga vida a Empire Zone Magazine.