Calificación del editor
Si es que te tienes que emocionar, leñe
El Hard Rock irlandés estuvo bien representado por Thin Lizzy, que fue lo que propició que Phil Lynott y Gary Moore se conocieran. Esta coincidencia extraordinaria y el hecho de tomar prestado, sin muchos miramientos, la mayoría de las frases del tema central de «Blue bossa» de Kenny Dorham propiciaron el nacimiento de una de las canciones donde la guitarra es más protagonista de la historia reciente del Blues Rock: «Parisienne walkways». Moore daba muestra, en cada nueva interpretación, de sus habilidades expresivas con una Gibson en sus manos y Lynott ponía su voz. Cuando la droga y la mala vida se llevaron a Phil (joven), Moore siguió llevando «Parisienne walkways» allá donde actuó, a modo de homenaje, cantándola también a partir de entonces.
Como su tema es tan reconocible, con esa guitarra que llora desconsoladamente alguna pérdida, vete a saber, como ya lo habían expresado melódicamente George Harrison o Brian May, la canción supera barreras de generaciones a medida que el tiempo pasa y claro, las versiones se suceden con mayor o menor suerte; lo que pasa siempre, vamos.
Y llega el fenómeno «beatbox», que no suele tener mucho que ver con el Rock. Pero pasa también que cuando algo es de una calidad tan apabullante se vuelve transversal en sus influencias. Y pasa también, entonces, que hay quien se curra esto y claro, se te cae todo al suelo. Dicen que el violonchelo posee uno de los timbres más parecidos a la voz humana. Pues aquí tenemos la demostración, además, de que la voz humana sabe imitar el timbre de una distorsión de guitarra. Esos son fraseos de verdad. Los pelicos de punta.
Sin Comentarios