Calificación del editor

Un tema que sobrevive al paso del tiempo gracias a versiones como esta

3
Gremlinismo
5
Nudismo
9
Alevosía

Los himnos generacionales del Rock tienen aquello de que los trillamos a saco; pasan treinta, cuarenta años y acabamos hasta las narices de escucharlos. El desgaste melódico al que se ve sometido un tema que acaso no se merece ese «maltrato» es una costumbre arraigada desde los tiempos en que la MTV ponía música, y mira que ha llovido ya desde entonces. Una pena, oye. Porque a mí me gustaría recordar, con colores concretos y contrastes definidos, cómo fue para mí escuchar por primera vez, pónganme, «Freebird». O «The unforgiven». O «Fortunate son».

A los Guns n’ Roses los matamos entre todos de pura fama. Pasó aquello de que también se fueron peleando, lo que pasa siempre, que hay egos ahí dentro, que tengo un guitarrista cojonudo que se pone sombrero de copa y un vocalista con un registro revientacristales aficionado a los kilts que quieren ser más cosas. Yo qué sé, una lástima. Un rollaco infumable.

Hoy me pondría en el pellejo de los que no conocen «Sweet child o’ mine» y lo pueden escuchar aún por primera vez. Aceptémoslo, si vamos muy, muy al fondo de nuestras mentes y las liberamos de prejuicios y de ese hartazgo melódico que antes os comentaba, si nos atrevemos a descalzarnos de ese par de zapatos viejos que ya llevamos en estas lides musicales y ponemos los pies desnudos en el suelo (fresquito, por favor, arf), podemos convenir que la canción es un tema enorme. De esos que sabes que no inventaron la Coca-cola, pero algo parecido sí que pudo ser hace treinta años.

Y como soy así, como os cuido tanto cada semana y quiero someteros a un reset en condiciones para que podáis disfrutar de nuevo de esos arpegios tan reconocibles de Slash y esa voz rasgada de gremlin al sol de aquel joven Axl Rose (que fue devorado por el actual), os invito, no, os conmino a que veáis este vídeo completo. Ya que no podemos someter a nuestras inocentes cabecitas a un formateo profundo, siempre podemos hacerle un desfragmentado apañao que nos reordene las neuronas un poquito.

No me lo agradezcáis, que no es nada. Com-ple-to, recordad. Si no, no funciona.