HEAVEN SHALL BURN + AUGUST BURNS RED
26.03.2016, Sala Razzmatazz 2, Barcelona
Promotor: Route Resurrection

Una de las frases mas empleadas por el joven metalero medio español es la de “y por España no pasan” cuando hablamos de tours que juntan a los grupos soñados para los fans. Obviamente esto es por algo pero por suerte hay cada vez más promotoras que apuestan por arriesgar y apostar por ello, como en este caso. No en vano, aparte de «The final march» que es el nombre oficial del tour, se le ha llamado en redes sociales «Tour of the year» al que nos visitó el pasado 26 de marzo en Barcelona. Un line up de los grandes, de aquellos que ni nos planteamos que pasara por aquí. Uno de aquellos que solo vemos por las Américas o como mucho UK.
En Razz2 se daban cita: Heaven shall burn, August burns red, Whitechapel y In hearts wake. Todos ellos grupos punteros y en un momento alto de su carrera y sobre todo muy representativos de todo lo que engloban aquellos géneros terminados en core. El cartel era de órdago y los nervios estaban a la altura.

De hecho, ya antes de empezar a las siete de la tarde In hearts wake encargados de descorchar el gran reserva, la sala estaba ya a la mitad de su aforo. Llena de un público que además tardó nada y menos en empezar a darlo todo, coreando, saltando y sobre todo lanzando sopapos al aire. Llevábamos dos temas de una larga noche y el pit ya estaba en plena ebullición. Y es que In hearts wake se han hecho un hueco importante en el corazón de nuestro público. Es la cuarta vez que nos visitan y cada vez reúnen más y más fieles adeptos.
Obviamente el boca-oreja juega un importante papel, ya que son conocidos por tener un directo no solo potente si no especialmente divertido. Que una banda encargado de abrir un concierto de cuatro grupos tenga las agallas no solo de hondear con fuerza su bandera, si no de sacarse una barca hinchable y navegar sobre un público que no dudó en ningún momento en acercarse a colaborar es una victoria contra la apatía que suele envolver estos primeros actos.

Entrados en calor las sensaciones se multiplican por mil, o sea que las ganas de ver, por fin, a Whitechapel, eran estratosféricas. No pude verlos cuando nos visitaron hace dos años como cabezas de cartel del Never say die! Tour, así que ardía en deseos de deshacerme de una vez de tan engorrosa virginidad.
No tardaron nada en dejarme claro que estaban a la altura de las expectativas. Lo que en disco es martillo hidráulico en directo pasa a ser bola de demolición. Y es que suenan gruesos cual cuello de Corey Taylor. El sonido, digno de cualquier cabeza de cartel era atronador pero definido y los momentos de más groove se pudieron disfrutar a las mil maravillas. Obviamente el as de la baraja es su vocalista Phil Bozeman, que cuenta con una de las voces mas representativas del género. La cavernosidad que la representa cambió la atmósfera de la sala en cero coma. Los cambios de registros del tejano despertaban aplausos y la comunión de todos ellos con la música dio forma a la personificación de la brutalidad.
Además, y imagino que muchos dejaréis de leer a partir de la siguiente frase, agradecí muchísimo la alta cantidad de temas nuevos en el setlist, ya que sus últimos tres discos han dado forma a un cambio progresivo de estilo que hizo que el show fuese mucho más dinámico y nada repetitivo. Eso sí, cuando acabaron con su clásica “This is exile” el público terminó de perder la cabeza del todo… Y no llevábamos ni la mitad del cartel.

Lo reconozco, me cuesta mucho ser objetivo con August burns red, y prometo hacer un esfuerzo. Pero la mayoría estamos de acuerdo en que son uno de los grandes del Metalcore actual, si es que la etiqueta Metalcore sigue siendo realmente la suya. Disfrutar de las virguerías de guitarra que, además, destacan tanto en su último disco era uno de los alicientes que, como las anteriores dos veces que han venido a vernos, nos arrastraron a verlos sin pensarnos mucho lo que hacíamos.
Por desgracia la cosa no empezó nada bien. Era la segunda vez que los veía en Razz2, y la anterior vez el problema fue el mismo: el sonido era infame. La vez anterior vinieron con Asking Alexandria para tocar ante un público que, mayoritariamente, no quería verles. Aquella vez lo achacamos a eso. Pero de nuevo aquí estaban ante un público absolutamente enloquecido pero que a la vez luchaba por escuchar la guitarra de JB o directamente la voz de Jake Luhrs. Estamos de acuerdo en que Matt Greiner es uno de los mejores baterías del género y se ha ganado su reputación, pero no hacía falta dejarle todo el grueso del concierto a él. Los platos absorbían todo el sonido de los demás miembros.
La buena noticia es que esto solo duró hasta el cuarto tema. Algunos nos miramos con una amplia sonrisa cuando empezamos a escuchar las melodías de “Spirit breaker”. Desde ahí todo fue hacia arriba y mejorando progresivamente, para explotar definitivamente en “Composure”, el tema más antiguo de la noche y que el público cantó hasta que la afonía dejó de ser una preocupación. Los crowdsurfers se multiplicaban y el grupo estaba ya en total comunión con un público que siempre se queda con más ganas de ellos. Y esta vez no fue diferente. Y es que nuestras tierras demandan a la de ya un concierto propio de un grupo con tanto que dar sobre las tablas.
Estábamos exhaustos, pero pletóricos. La idea de otro concierto de tamaña intensidad, pero más duración aterrorizaba a nuestros cuerpos pero excitaba a nuestras mentes. Las ganas podían más que el cansancio. O sea que empapados en sudor esperamos con ansia el poco rato que tardaron en probar sonido y montar las luces que harían aún mas grande si cabía lo que estaba por venir.

Heaven shall burn son un grupo de Metalcore con alma de Death Metal, y eso ayuda a que el espectro estilístico y de edad de su público sea mayor. Son queridos como uno de los grandes, y se han gestado un muy buen nombre no solo gracias a la calidad de sus trabajos si no a la brutalidad que caracteriza sus directos, conocidos por movilizar los mayores Wall of death y Circle Pits de cualquier festival que se precie. Con cariño es recordado el momento en que en su visita al Resurrection fest hicieron al público rodear la torre de sonido en un circle pit sobredimensionado.
Abrieron con un tema de su último “Wanderer” que obviamente estuvo muy presente pero no condicionó en absoluto el resto del set list que varió en temas desde su “Antigone” hasta la actualidad. Lo interesante es que éste es un grupo al que la introducción de melodías mas elaboradas a medida que se iban sucediendo sus trabajos no se ha visto reflejada en un descenso de calidad, y ni siquiera de brutalidad.
Desde el primer grito de “Downshifter” tuvimos todos claro que aquello iba a ser bestia pero muy muy nítido. Todos los aspectos posibles estaban en armonía. Las luces frontales ayudaban a crear una atmósfera cargada de épica. El sonido fue directamente inmejorable. Creo que nunca he oído a un grupo de Metal extremo sonar tan limpio en Razz 2. El grupo estaba pletórico, lo cual sorprendió un poco tratándose de una de las fechas mas pequeñas del tour, que en el resto de Europa está siendo realmente masivo. No hubo sold out, pero la sala estaba llena hasta los topes. Ir al baño era una odisea importante, y todos los que allí nos congregamos estábamos entregados al doscientos por cien, ya fuera dándolo todo en el pit como coreando o simplemente partiéndonos la nuca, que sigue doliendo acorde con lo vivido días después. No en vano Marcus Bischoff estaba ya haciéndonos gestos de tener el vello de punta al segundo tema del set.
Muchos de los temas más celebrados fueron, como es costumbre, los más antiguos. “The weapon they fear” llegó pronto y desató la locura entre las primeras filas. Sin embargo, si de algo goza el grupo es de himnos, que fueron los encargados de movilizar a los surferos. A más avanzaba el setlist menos importaba de que época era cada tema. Aquello era una olla express en plena ebullición. La querida “Black tears” (versión de Edge of Sanity) fue recibida entre gritos y vítores, dibujando una sonrisa en las cara del grupo. Erizaba la piel escuchar a toda la sala coreando el estribillo y cantando, como es costumbre muy nuestra, el riff de la guitarra.
Sin embargo, la explosión no llegó hasta la parte final del set, en que se sucedieron “Voice of the voiceless”, que dedicaron a todos aquellos animalistas y veganos de la sala, y la bestialidad que es “hunters will be hunted”, que terminó de quebrar las pocas cervicales que nos quedaban. No era mal tema para terminar, pero aún así, como es lógico, nadie se creyó que aquello fuese el final cuando abandonaron el escenario. Faltaba el himno por excelencia. Todos sabíamos a lo que veníamos, incluidos ellos, y actuaron en consecuencia. Su vuelta al escenario fue acompañada del piano y los violines de “Awoken”. Todos sabemos lo que eso significa. La luz roja cubría la figura de Marcus, que gesticulaba incitando a abrir el Wall of death más grande posible. Que gran sensación formar parte de este clásico, y más después de que cuando los vimos hace un año en el Sant Jordi Club nos costó abrir el pit para ello por que tocaron ante un público que no parecía conocerlos. Ahora sí. “Endzeit” estallaba entre los gritos de los integrantes del Wall of death que se miraban mientras corrían hacia su inevitable destino en una escena que parecía sacada de la película “300”.
Ahora sí, la cosa tocaba a su fin y ellos mismos nos lo comunicaban. El concierto alcanzó la hora y media de duración, cosa cada vez menos habitual en shows de Metal extremo, y lo cual fue muchísimo de agradecer. Así es como de verdad uno se hace un nombre. Nadie en su sano juicio podría decir que no se dejaron la piel en el escenario. Y eso no solo los fans lo agradecen, si no que es lo que hará que siga hablando de ellos para generar de nuevos.
Como cierre nos ofrecieron la oportunidad de elegir entre su habitual “Valhalla”, cover de Blind Guardian” o “Godiva”, que no suele formar parte de su set últimamente. En vista de que el público no fue capaz de decidirse y gritaba ambos nombres enzarzados en un indescifrable batiburrillo sonoro, el grupo decidió tocar ambas, lo cual despertó de nuevo el fervor del respetable. Nos lo habíamos ganado. Y así fue como los más fans disfrutaron de uno de sus grandes temas sin perder la oportunidad de darlo todo en el pit a ritmo de uno de los mas grandes himnos del Power Metal pasado por el filtro de la brutalidad alemana.

Lo de aquella noche fue para recordar, y así será por mucho tiempo. Ninguno de los cuatro grupos quedó desmerecido y el público demostró con su afecto que cada vez es más inútil catalogar el Core como Metal de segunda. Por que lo que vivimos allí dentro fue absolutamente autentico.

Texto: Titus Bellès