WHOLE LOTTA BAND (Tributo Led Zeppelin) + MIDNIGHT TRAVELLERS (En tributo a Stone Temple Pilots)
11 de abril de 2015. Sala Monasterio, Barcelona
Promotor: Clonic People

Algo inquietos por llegar justo a la hora de inicio, nos plantábamos a las diez de la noche en la nueva Sala Monasterio, escondida entre una ristra de bares de copas y restaurantes situados en primera linea de mar en el puerto de Barcelona.

Al entrar en el recinto, los nervios se mitigaron en pos de una ligera decepción… Había cinco personas dentro, contando al personal del local y, seguramente, el Sevilla FC – FC Barcelona, que justo acababa de terminar, tenía bastante que ver.

La nueva sala lejos está de aquel túnel oscuro con pinta de cava y paredes de ladrillo… Más parecido al resto de locales colindantes, ahora dispone de una forma más ancha que alargada, que permite una mucho mejor visibilidad del pequeño escenario situado al lado opuesto de la barra. Para matar el tiempo hasta el comienzo, y ya de paso calentar motores, nos pedimos una cerveza. Nos sirvieron una «Kronenberg 1664″ bien tirada y en vaso de tubo de cristal por unos aceptables 3,5€.

Sorbo a sorbo, la gente iba entrando en el recinto. Al cabo de media hora, cuando ya éramos unos 40, saltaron al reducido escenario los Midnight Travellers, una banda barcelonesa que esta noche rendía tributo a los Stone Temple Pilots, una de las bandas por excelencia del Grunge de los años 90.

El poderoso fraseo inicial de la poco conocida «Down» se encargó de abrir la velada. Ya de buen comienzo el sonido fue bastante bueno, aun con el reducido tamaño de los altavoces de la sala. En la parte central se escuchaba con total claridad a cada uno de los integrantes, de los que en este primer tema destacamos al cantante, quien imitaba con soltura el estilo vocal de Scott Weiland, y que incluso se ayudó de un megáfono interpuesto entre el micro y su boca para reproducir los efectos de voz del tema. Durante el estribillo de «Dead & Bloated», intentó sin éxito arrancar los coros del público cantando a pleno pulmón. La gente aún no estaba lo suficientemente caldeada, y no iba a ser fácil generar una buena atmósfera con la leve iluminación focal a base de LEDs de la sala, ni con el aire puesto a todo trapo.

El poderoso fraseo inicial de la poco conocida «Down» se encargó de abrir la velada. Ya de buen comienzo el sonido fue bastante bueno, aun con el reducido tamaño de los altavoces de la sala.

Así que los Midnight Travellers se dispusieron a sacar la artillería pesada con “Vasoline», uno de los grandes hits de los Stone Temple Pilots, que desató un buen jolgorio en las primeras filas. Tras el tema, se presentaron con unas escuetas palabras para seguir rápidamente con «Trippin’ on a Hole in a Paper Heart», con una impecable ejecución en el solo de guitarra, y que el frontman se encargó de acompañar con su pandereta. A medida que avanzaba la noche, el público fue acrecentando sus ánimos, que no se mitigaron ni con la tediosa “Meatplow”.

La sala se fue llenando a medida que los minutos transcurrían, y los recién llegados se quedaban prendados rápidamente por el fantástico ambiente. El enérgico arranque de guitarra de “Unglued” generó bailoteos entre la mayoría de los asistentes, y en el tercer compás del tema, Mateo Cirer –batería, promotor e incluso portero del evento– siguió blandiendo con maestría sus baquetas contra la atronadora batería acrílica del evento. Ésta tenía los parches debidamente muteados con cinta y una manta en el bombo, con el fin de no enmascarar al resto de instrumentos dado el reducido tamaño de Monasterio. Se nota que hubo una cuidada preparación durante las pruebas de sonido, puesto que en este sentido, no hay nada que objetar.

Llegó entonces el plato fuerte de los barceloneses con “Plush”, el hit que consiguió hacer saltar a la palestra a los Stone Temple Pilots, y que esa noche, desencadenó un auténtico frenesí.

Y cuando ya parecía que los 90 iban a dar paso a los 70, toman asiento la guitarra y las voces para marcarse unos temas en acústico empezando por “Sour Girl”, que permitió al respetable poder comentar las jugadas, tanto las del bolo como las del partido… Lamentablemente, parece ser que esto es algo para lo que jamás habrá solución. Ya para cerrar su actuación y dar continuidad a lo que estaba por venir, interpretaron una accidentada versión de “Dancing Days” de Zed Zeppelin, en la que tuvieron que hacer una breve pausa al inicio del tema debido a la aparición de una molesta rampa en la zurda del guitarrista después de esos 50 minutos sin descanso.

En la acalorada sala, poco ya molestaba el aire acondicionado habiendo 130 personas congregadas. Se colgó el cartel de “sold out” y, tras un breve cambio de caja y platos, subieron a las tablas los integrantes de “El mejor tributo español a Led Zeppelin”. ¡Veamos cuánto hay de cierto en esto!

La expectación era máxima, cuando de golpe arranca la mítica “Good Times, Bad Times” con su inconfundible fraseo inicial, quizás con un cowbell algo exagerado, aunque eso nunca esté de más. Todos nos quedamos atónitos con el timbre de voz del cantante, muy parecido al del señor Plant, y de cómo reproducía fielmente sus registros vocales, ¡Aun teniendo un chicle en la boca! De vez en cuando, compartía su micrófono con el John Paul Jones de la noche y, en la mitiquísima “Black Dog” consiguió los coreos “¡Aaaah aaah…!” de un público totalmente entregado.

Al cerrar los ojos durante “Since I’ve Been Loving You”, conseguimos vernos transportados a una de las repletas salas de concierto de los 70. El solo de guitarra del tema fue ejecutado con la maestría digna del profesor de guitarra que es Dani Magaña, que provocó los aplausos del público aún en el ecuador del tema. Las partes de teclados de la canción fueron llevadas a cabo por el bajista, como hacían los Led Zeppelin de antaño.

Tras repartir entre el público unas camisetas de regalo con el anterior nombre de la banda (eran conocidos como Led Zepp, pero tuvieron que cambiarlo debido a un tema de derechos), siguieron con algunos temas menos populares para llegar hasta “Heartbreaker” con su solo final tocado de manera impecable, y una increíble “Dazed and Confused” muy atmosférica, con su parte tocada a golpe de arco de violín sobre la guitarra,Al cerrar los ojos durante “Since I’ve Been Loving You”, conseguimos vernos transportados a una de las repletas salas de concierto de los 70. encadenando unos frenéticos pasajes con esa característica batería transparente como la de John Bonham, y cuyo espíritu podía sentirse en el ambiente esa noche. Tras el aluvión de aplausos, nos deleitamos con “Moby Dick”, de otra magnífica ejecución en la batería en las manos –literalmente– de José Palomino, quien consiguió plasmar la esencia del tema en el solo, con ese incesante hi-hat mientras tocaba sobre los parches con sus desnudas manos como si de unas congas se tratara.

Ver cómo el batería abandonaba su asiento y cómo el guitarra tomaba al fin la impresionante guitarra de dos mástiles, solo podía significar que iba a llegar el tema que muchos estábamos esperando con ahínco. “Stairway to Heaven”, ¿Qué más podríamos añadir? Nos bajaron de la nube directos al suelo para poder brincar y corear a ritmo de “Rock and Roll”.

Al acabar, se dieron un descanso para poder rifar unas cuantas camisetas más, que, por qué no decirlo, nos cortó un poco el rollo, e hicieron subir a las tablas a las afortunadas chicas ataviadas con sus nuevos atuendos. Consiguieron levantarlo con el tema que da el nuevo nombre a la banda tributo, encadenando con “No Quarter” donde “tocaron” el Theremin –¡Hehe!– y siguieron con “Nobody’s Fault but Mine”.

A estas alturas de la noche, echábamos de menos un par de temazos de los setenteros, aunque solo hubo tiempo para tocar «Immigrant Song” y, de esa guisa, cerraron la hora y tres cuartos de un concierto que se pasó en un suspiro. “Kashmir” pues, deberá esperar a su próxima visita, que auguramos que será bien pronto. Un auténtico disfrute por diez míseros euros. ¡Tonto el último!

Texto: Meri Gaig
Fotos: Andrés Vallejo

Whole lotta band aquella noche en Youtube (HD):

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