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THE FACELESS + THE VOYNICH CODE
Sala Razz 3, Barcelona
Promotor: Madness Live

Siempre he sido defensor de que salirse de la zona de confort musical es absolutamente positivo para el aficionado al medio. Y en ello me encontré a la hora de decidir ir a ver a The Faceless. Tampoco me estaba yendo a las antípodas de mis gustos diarios pero reconozco que disfruto mas de la parte Prog que de su lado más Death machacón. Pero como la palabra disfrute entraba en los parámetros pues allá que me fui.
Desgraciadamente el concierto se celebró en el más pequeño de los tres Razzmatazz, el 3. Y digo por desgracia no por que con total seguridad eso iba a traducirse en una peor sonorización del concierto, si no por que siempre es una pena ver como grupos que consiguen una afluencia de público satisfactoria fuera de nuestras tierras, aquí tengan que limitarse a un recinto pequeño. Sin embargo, no perdemos la esperanza. Yo he vivido conciertos inolvidables en Razz 3. No nos cerremos puertas.

No me tenían especialmente convencido The Voynich Code de cara al directo. Sin embargo, se produjo la magia dando por resultado lo que debería hacer mas a menudo: callarme la boca.
La sorpresa fue más mayúscula una vez que el grupo entró en escena, formado por cuatro integrantes jovencísimos pero con muchísimas ganas de comerse el mundo aunque tuviesen que empezar por Razz 3. De buenas a primeras, y eso sí, con un volumen que nos peinó las orejas por dentro, nos encontramos con un grupo de Deathcore técnico que acentúa muchísimo esa faceta sobre el escenario. De hecho, no parecía preocuparles hacer obvio que se han dejado inspirar a la hora de componer por los franceses Betraying The Martyrs. De hecho, en cuanto a lenguaje corporal se refiere su cantante Nelson Rebelo recordaba mucho a Aaron Matts. Esta sinceridad tal vez sea lo que les da encanto ya que la técnica está ahí pero lo que de verdad funcionó fue cómo consiguieron empatizar con un púbico que, generalmente, no tiende a dejarse comprar por artificios tales como los numerosos samplers que lanzaron a modo de arreglos.
El grupo sonó denso, oscuro y envolvente pero se vio embrutecido por la mala calidad del sonido de la sala. Casi imposible de ecualizar, y más para las bandas teloneras. En este caso la batería se comió toda instrumentación posible y la voz quedó algo apagada. Aún así pudimos disfrutar de un apocalipsis intimo para un público que, pese a ser todavía reducido, estuvo totalmente receptivo demostrando que la barrera de los géneros cada vez pesa menos.

Dicho público aumentó sustancialmente y dejó claro que, tras tanta cancelación, ya había ganas de ver de una vez a The Faceless en Barcelona.
El concierto fue de menos a más. Sé que es costumbre por su parte, pero no soy en absoluto defensor de iniciar el recital con el triplete “Create – Emancipate – Desconsecrate”. Entiendo que sean representativas y que los fans las disfruten pero a la vez impiden bastante una conexión directa entre público y grupo. Funcionarían igual de bien como pieza única a mitad del set. De hecho, incluso mejor, ya que en ese momento el público ya habría entrado del todo en el juego.
Lo bueno es que, como digo, la cosa fue subiendo poco a poco. De hecho, igual que lo hace la intensidad de dichos tres temas. El set fue corto. Muy corto. Pero, desde luego, representativo de todos sus trabajos. Me extraña la poca representación de su nuevo trabajo en la que es su gira de presentación, con solo dos temas, “The spiraling void” y “Cup of mephistopheles”. Desde luego se echaron en falta más temas, y más contando con un disco de calidad y muy variado. Temas como “Shake the disease” le hubiesen aportado un mayor dinamismo al concierto, pese a que, como digo, quedaron representadas todas sus épocas.
El punto fuerte de su actuación fue, desde luego, el sonido. No solo por la nitidez sino por lo bien nivelados que quedaron todos los instrumentos. No hace falta que la batería sobresalga por encima de todo para que suene atronadora. Y es que desde luego esa noche recalcaron que su sello es el de la técnica, de la cual hicieron gala desde el minuto cero con una actuación milimétricamente preparada. Funcionó a las mil maravillas, pero a su vez se hizo fría y distante.
Al público, sobre todo en las primeras filas que estaban ya más que venidas arriba, no pareció importarle ya que tuvieron la exhibición que venían buscando. Lo que no sé es es como se les debieron quedar los ánimos cuando, a la espera de un bis, el grupo se bajó del escenario a los 45 minutos tras haber tocado tan solo nueve temas. Parecía tan obvio que formaba parte del clásico teatrillo que la gente respondió entre risas. Risas que se apagaron cuando el grupo empezó a abandonar la sala de verdad. Siempre nos quedará el consuelo de tontos de que ésta está siendo la tónica de toda la gira, y que no hemos sido la única fecha que se ha quedado en coitus interruptus.
Si de los nueve cortes que formaron el set tuviese que destacar uno, sin duda, sería “An autopsy” que en directo acentúa todavía más crudeza. Ni siquiera el exceso de reverberación en la voz de Ken (totalmente buscado, pero excesivo bajo mi punto de vista) enturbió esa vertiente más directa y psicótica de un grupo que parece tenerlo todo siempre bajo control. Me gustó especialmente que formase parte de su set ya que evita que sus directos caigan en la unilateralidad, cosa que vemos poco últimamente.

El objetivo, desde luego, se cumplió. Los más fans quedaron satisfechos relativamente y los más casuales se dejaron sorprender por una lección de técnica. Tal vez demasiado a modo de demostración, sí. Pero por suerte hay puntos de fácil solución como, por ejemplo, tocar un set más largo que el de los teloneros.

Texto: Titus Bellés