Si nos preguntasen quiénes son los padres del Rock and Roll todos diríamos, más o menos, los mismos nombres: Chuck Berry, Elvis, Little Richard, Jerry Lee Lewis, etc.
Pero y si por encima de estos nombres hubiera alguien más, alguien que no encajaría con el status quo de la época en Estados Unidos de la primera mitad de siglo XX, una mujer y, además, negra llamada Sister Rosetta Thrape, ¿me creerías?
Si poca gente colocaría a nuestra protagonista entre las creadoras del Rock and Roll, por desgracia, tampoco serían muchos los que la colocarían al nivel de las grades divas de la música como Aretha Franklin, Ella Fitzgerald, Nina Simone o Etta James.
Para hacerte una idea de cómo era imagina una artista con la fuerza sobre el escenario de Aretha Franklin, la destreza a la guitarra de Chuck Berry y el carisma y baile de Elvis, esa era Sister Rosetta Thrape.
Solo tienes que escuchar algunos de los riff de nuestra protagonista, como por ejemplo el de “This little light of mine” para ver la influencia que tuvo sobre el estilo de tocar la guitarra de Chuck Berry, y no hace falta hablar de la influencia que ha tenido Chuck Berry en el Rock and Roll.
Nacida, como no podía ser de otra manera por su condición, en una plantación de algodón, hija de recolectores de algodón, a los 6 años su vida dio un giro de 180º grados, su madre, devota evangelista, deja a su padre y se muda con su hija a Chicago, y allí, siendo una niña, vive uno de los grandes momentos de la historia de la música, la unión de los sonidos blues que llegaban del Misisipi y el jazz procedente de Nueva Orleans que encontraron su lugar en las iglesias evangelistas de la ciudad. Y fue en una de estas iglesias, en el Robert Temple de Chicago cuando, con seis años, empieza a actuar y a mostrar su potencial.
Después de años siendo la “estrella” de su iglesia y un matrimonio concertado que no salió bien, con un pastor que solo la quería para enriquecerse gracias sus actuaciones, abandona Chicago y se va a Nueva York, donde su carrera musical explotará.
Es en la gran manzana donde compaginará sus actuaciones en la iglesia con actuaciones en clubes nocturnos. El Cotton Club es el primero en darle una oportunidad, su público era muy distinto al que estaba acostumbrada, hombres y mujeres blancos que, como los fieles de las iglesias evangelistas dónde actuaba, cayeron rendidos a sus pies. Eso hizo que en 1938 Decca Records le ofreciera un contrato musical que cambiaría su vida. Pero el contrato tenía una “trampa” Rosetta estaba obligada a cantar lo que la discográfica quisiera y no eran canciones Gospel precisamente, la reina del gospel de la época pasaba de cantar canciones dedicadas a Dios a canciones dedicadas a hombres mundanos, pero esto lejos de hundirla la catapultó.
Quiénes la vieron actuar afirman que era esa clase artista que consigue conectar con todo el público que hay en la sala, daba igual que cantara ante 100 o 25000 personas, si eras uno de los afortunados que podía verla en directo sentías que estaba tocando solo para ti.
Con 25 años su fama y talento le permitían tocar con quien quisiera y eso la llevó de ruta por Estados en la década de los 40, donde se dio de bruces con el choque cultural que vivía el país. Ella era una super estrella, pero era negra, y por más famosa que fuera vivía bajo las normas de la segregación racial y ni si quiera su fama podía evitar que sufriera esta discriminación.
Pero si algo caracterizó a nuestra protagonista es que vivió la vida como quiso, like a Rockstar, sin importarle el qué dirán. Prueba de ello fue la gira que hizo en 1945 con su compañera Marie Knight, de quién se dice que era más que su compañera artística, una gira cuya principal característica es que la hicieron sin hombres, al escenario salían las dos solas Rosetta a la guitarra y voz y Marie al piano y voz.
Esta etapa, quizá la de más éxito de su carrera con temas como “Up above my head” (que más tarde versionaria el mismísimo Elvis), duró hasta 1950 cuando muere la madre Marie y ésta decide dejar el grupo.
Otro hecho que demuestra que vivió bajo sus propias normas fue que aceptó un contrato para casarse en estadio de Baseball de Washington, pero había un pequeño problema no tenía con quién casarse. En 1951, finalmente, se casaría con su agente en un estadio lleno hasta la bandera, y ante 25000 personas se dio el “sí quiero” con su tercer marido y sin quitarse el vestido de boda ofreció un concierto que se inmortalizó en un disco.
La boda fue un gran éxito, al igual que las ventas del disco, pero ahí empezó el declive de la diva.
Las nuevas generaciones, influenciadas por ella, llegaban pisando fuerte, Elvis, Chuck Berry, Little Richard, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, etc, cogían el guante de Sister Rosetta Thrape empezando un nuevo movimiento que cambiara la música y la sociedad para siempre, nacía el Rock and Roll y la imagen de este nuevo movimiento no podía ser la de una mujer negra de mediana edad.
Esto hizo que Rosetta empezara a caer en el olvido, pero a nuestra protagonista aún le quedaba cuerda, y aún había un mundo que debía descubrirla, así que en 1957 aceptó la invitación de Chriss Barber de salir de gira con él por Reino Unido y cuál ejercito romano Rosetta llegó, vio y venció, y Europa descubrió a Sister Rosetta Thrape y cayó rendida a sus pies.
Una de las actuaciones más icónicas en el viejo continente fue en 1964 en lo que se conoció como “Manchester Gig” un concierto en la estación de Manchester. El “tren del blues y el gospel” que llevaba de gira además de Rosetta a músicos de la talla de Muddy Waters, llegó a Manchester para realizar una actuación en la ciudad, pero una cadena de televisión les propuso a los artistas hacer un pequeño show en el mismo anden de la estación. El boca a boca fue la manera de promocionar el show y la estación se llenó de gente con ganas de disfrutar de la música que llegaba del otro lado del charco, en un anden el público, en el otro los músicos y en medio las vías.
Entre aquellos que se quedaron fascinados por el talento de Rosetta estaban Keith Richards, Jeff Beck o Eric Clapton, entre otros.
Mientras en Estados Unidos las nuevas generaciones la eclipsaban en Europa su música vivía una segunda juventud.
En 1968 murió su madre, que había estado a su lado toda su vida, esto la llevó a una depresión, y poco después le diagnosticaron diabetes. Pero ni la depresión ni la diabetes, que le hizo perder una pierna, mermaron sus ganas de actuar.
La muerte le llegó relativamente pronto, en 1973, a los 53 años a causa de un fallo cardíaco.
Por lo contado podrás pensar que tubo un funeral al nivel de cualquier leyenda, pero no fue así, fue un funeral sencillo, solo acudieron los más allegados, no hubo reconocimientos públicos ni ediciones especiales de noticias y fue enterrada sin lápida en Filadelfia.
En 2008 el mundo del Rock and Roll, por fin, le rindió el homenaje que merecía y fue introducida en Rock and Roll Hall of Fame. Y en 2014, después de la publicación del documental “The Godmother of Rock and Roll, Sister Rosetta Thrape” el alcalde de Filadelfia decidió honrar su memoria poniendo una lápida en su tumba con una inscripción que dice “She would sing until you cried, and then she would sing until you dance for joy. She helped to keep the church alive and the saints rejoicing” (“Podía cantar hasta hacerte llorar y luego cantar hasta que bailaras de alegría. Ayudó a mantener viva la iglesia e hizo disfrutar a los santos”), además se declara el día 11 de enero como el día de Sister Rosetta Trhape.
Su influencia en el rock and roll, además de en los riffs de Chuck Berry, o en la versión que hizo Elvis de su hit, la vemos en canciones como “Land of hope and dreams” de Bruce Springsteen que reconoció se inspiró en la canción de Rosetta “This Train”, por no hablar de las versiones que introdujo en su disco de gospel de 1979 Johnny Cash, o las versiones de Led Zeppelin, Van Morrison o Grateful Dead de la canción “Nobody’s fault but mine”.
Jordi Thormas
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