Calificación del editor
Épica y, por supuesto, esa pátina de tragedia y dramatismo que desprende cada composición y que hace las delicias de aquellos que disfrutamos con lo teatral, lo orquestal, lo grandilocuente. Galneryus han lanzado un nuevo trabajo. Todos en pie.
GALNERYUS
‘UNION GIVES STRENGTH’
Warner Music Japan
Emocionado, presiono el botón -digital- de play para adentrarme, una vez más, en esa nebulosa sónica que son las canciones de Galneryus. No obstante, para mí, el lanzamiento de nuevo material de la banda tokiota es siempre motivo de celebración y de inmersión musical y ya tenía el vello de punta ante la expectativa de lo que iba a encontrarme en ‘Union gives strength’.
Así que me dispongo a disfrutar, casi relamiéndome del gusto y… ¿QUÉ NARICES ES ESTO? Despierto bruscamente de mi ensoñación y miro la pantalla de nuevo, atentamente, creyendo haberme equivocado y estar escuchando (que Raijin y Fujin me fulminen con su furiosa tormenta si miento) Stravaganzza… pero no.
Aún tardo unos segundos en recomponerme del shock. Y es que “The howling darkness” da lo que promete. Un sonido pesado, oscuro, una línea de teclado propia de un tema de King Diamond o incluso -permitidme el atrevimiento- del black metal sinfónico sobre la que, eso sí, la voz de Ono Masatoshi se desliza, tenebrosa pero firme, a las mil maravillas.
Este impacto viene acompañado por un Syu que saca de sus seis cuerdas un lamento tan veloz como trágico que, pondría la mano en el fuego, no recuerdo anteriormente en Galneryus.
En esas tribulaciones (¿me ha encantado el tema? ¿me ha parecido fuera de lugar? ¿me siento ‘traicionado’ por mis ídolos?) ando mientras se van sucediendo los más de 9 minutos que dura la canción; pero, sin darme cuenta, me voy acomodando, respiro aliviado, me relajo, empiezo a ceder y a sonreír cuando compruebo que “Flames of rage”, el segundo corte, suena 100% a Galneryus. También 9 minutos en los que el quinteto nipón enarbola de nuevo la bandera de la épica y, en el fondo, se ajusta el brazalete de capitán del neoclásico japonés (¿mundial?) y mira al frente, desafiante, sabiéndose los amos de la montaña, los emperadores en el trono.
«Hold on» -el tema más melódico y edulcorado del EP- y «Bleeding Sanity» -una canción que debería enseñarse en la Universidad del Power Metal- terminan por derrumbarme del todo, por vencerme irremediablemente.
La puntilla llegará al final, claro, tanto como con los dos siguientes temas nuevos, «See the light of freedom» y «Whatever it takes (raise our hands)» como con las nuevas versiones de «Deep Afection» y «Everlasting», que agradarán tanto al fan acérrimo que las conociera ya como a quien se acerque de nuevas a esta enorme banda.
Por tanto, es imposible acabar estos 58 minutos de música (sí, es un EP…) y no darle de nuevo al play de forma compulsiva. Todos los elementos que han hecho grandes a Galneryus no solo están ahí, sino que siguen desarrollándose, afianzándose y conjuntándose a la perfección una vez más: velocidad endiablada tanto en la base rítmica (donde debuta el descomunal Lea a la batería, por cierto) como, sobre todo, en esa dupla Syu-Yuhki, guitarra y teclado, las dos almas del grupo, cuyo talento no parece tener fin, épica y, por supuesto, esa pátina de tragedia y dramatismo que desprende cada composición y que hace las delicias de aquellos que disfrutamos con lo teatral, lo orquestal, lo grandilocuente.
Por cierto, no voy a despedir esta breve reseña sin contestar las preguntas lanzadas anteriormente: no solo el primer tema del EP ha acabado enamorándome sino que se ha convertido en mi favorito del álbum y se ha colado en el top 10 de mis canciones preferidas de la banda. ¡Qué barbaridad!
Así pues, cuando despierto del éxtasis, cuando logro deshacerme de ese hechizo, ese encantamiento que lanzan -siempre certeramente- sobre mí estos genios de la música, no solo no me siento traicionado sino que me siento, una vez más, agradecido de que sigan creando un metal de tantísimo nivel. Por ello, antes de pulsar ‘play’ de nuevo, solo me queda decir: Galneryus han lanzado un nuevo trabajo. Todos en pie.
Dani Ruiz
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