Calificación del editor

Böira supera su primera cita en la pecera con nota. Si te gusta el Post-rock, es compra obligada.

8.5

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BÖIRA
«SI DE LA RUNA NAIXÉS
AUTOEDITADO (2015)
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Golpe a golpe

Llevaban los catalanes Böira entrando y saliendo de la madriguera estanca de grabación ya cosa de tres cuartos de año, sacando adelante -golpe a golpe, verso a verso-, su primer larga duración que aglutine esta primerísima etapa de su sonido, también casi recién nacido, con dos años escasos de vida a las espaldas y unos cuantos bolos que nunca dejan indiferente por cuanto tienen de matemática salvaje y anárquica.

La boira (voz catalana que significa «niebla») define acertadamente el conjunto de ideas que confluyen en la propuesta musical del grupo, que baña abundantemente de ruido melódico y lineal sus composiciones que se abren paso, inevitablemente, por cada recoveco. Böira, por momentos, no solo deja su impronta en la mente del que escucha; se desplaza con frecuencia hasta las tripas y se agarra fuerte. Podría decirse que se mueven en los terrenos compositivos que ocupan bandas como Maybeshewill o Explosions in the sky.

Grabado en Bloq Estudi (Barcelona) y masterizado en Audiosiege (Portland), el sonido de Böira ya lo desgranamos en el artículo que dedicamos a aquel bolo catártico en Razz3, que se resume en un torrente melódico cimentado riffs y frases de ruido puro, sin abundar en grandes armonías, con la presencia constante del teclado como argamasa unificante y el uso del contraste expresivo que entrega el paso del pianissimo al fortissimo en un par de segundos. Böira, por momentos, no solo deja su impronta en la mente del que escucha; se desplaza con frecuencia hasta las tripas y se agarra fuerte.Es una montaña rusa hecha de cierta alevosía en idas y venidas, pero su efecto se agudiza sensorialmente igual que algo nos parece mucho más ácido después de haber probado algo dulce. Ese contraste de complementarios y esa anarquía estructural son, por definición, parte de una propuesta Post-Rock que mete la cabeza tímidamente en los postulados del Math Rock de principios de los 90. La química funciona porque la fórmula es estable; las partes se equilibran correctamente y el conjunto, aun dentro de esa niebla de sonidos, se escucha limpio y perfectamente empastado.

«Si de la runa naixés» («Si del escombro naciera») lleva en su sintaxis y en su contraposición de conceptos inorgánico/orgánico la acción poética antigua de una banda de nuevo cuño que se vale de ritmos y armonías tectónicas, de apego al hogar, al bosque y a la montaña musical que han creado a base de empujones de delicadeza tonal e ímpetu; son cuarenta minutos estructurados en cinco cortes largos que se descomponen en movimientos con cierta jerarquía entre sí. Se diría que una canción es como una muñeca rusa que se monta y se desmonta dependiendo de cuánto se obstine en ir y venir en sus ideas fundamentales expresadas en el tema.

boira_01El cosmos de «Si de la runa naixés»: tema a tema.

· «El que escolten els arbres» abre el álbum como lo hacen muchos, con la declaración de intenciones de lo que está por venir, letra por letra. Así, encontramos un tema que «amanece», lírico y enigmático, y llena su vaso melódico poco a poco y en crecimiento paulatino. Amantes de las notas a contratiempo en el ritmo y del paso del tempo al medio tiempo (o al doble tiempo según marque el pulso de la batería), Böira nos mete de lleno en su pauta musical, que es la de los silencios enfrentados al ruido y los riffs cargados contra los arpegios aéreos de piano y sintetizador. Tras el paso por un primer interludio que sirve de nexo para la siguiente parte del tema, aparece el cambio de los compases cuaternarios a los de amalgama (8/4), uno de los atrevimientos compositivos de los del Baix Llobregat que forma un pie quebrado imperfecto y vivo para anticipar, más tarde (y tras una distorsión estiradísima hasta los 45 segundos), el siguiente tema.

· «Glasgow» entronca directamente con la apertura del disco en un fraseo que discurre conducido por una progresión de delicados acordes arpegiados de piano. Lo siguiente que vendrá será la entrada de la guitarra eléctrica limpia, reverberaciones largas, paso al fortissimo y un súbito protagonismo del sintetizador. Más amalgama tras el cuaternario, más batería llenísima, cuerdas muteadas y armonías celtas en un sintetizador final que recuerda a una gaita solitaria que atraviesa el bosque de ruido. Todo queda fundido en una letanía de verde y bruma para dar paso al siguiente corte.

· «Volcano» constituye un ataque constante a la nota, ahogada por un mute en la guitarra de desarrollo casi barroco que se mueve sobre los mismos cambios de compás. Paso a un interludio de voces que introducen un nuevo tema que recupera, poco más tarde, combinándose, el anterior como verso de vuelta. El tema es optimista y enérgico, y queda coronado por las mismas voces sobre un medio tiempo de riffs de guitarra de zarpazos de un oso, pesadísimos y violentos. Final abrupto.

· «Allau» está lleno de ecos y progresiones lentas de piano que forman una masa blanca gigantesca que desciende por una ladera. La batería entra a los dos minutos, llenándose de redobles que aumentan de forma física el efecto. Entra la distorsión y el tema crece y se multiplica en complejidad justo antes de escuchar la única letra cantada de todo el álbum. Es un grito agresivo que no llega al estilo del metal extremo, pero acompaña al alud que vivimos hasta llegar a una letanía de arpegio pesado que nos lleva a un refugio donde resguardarnos de la tempestad.

· «Refugi» es el punto final donde todo confluye y recupera los tonos mayores, como si nos hubiera dado la oportunidad de superar una jornada de oscuridad que deja entrever los primeros rayos de sol. Será este uno de los temas más reconocibles de Böira, que vuelve a fijar sus tópicos musicales en otro tema de casi 10 minutos. Preludio corto de guitarra que anticipa el tema y batería sincopada en subdivisión ternaria, el piano definidor y manso, ecos de calma, resonancias y vibraciones que sumen a la canción en un morendo que da paso a un a tempo fulgurante, gigantesco, violentísimo que vuelve, sin embargo, al medio tiempo y desarrolla un cambio de tema tras una distorsión larguísima mientras las frases de piano languidecen en tempo rubato. Y vienen los efectos de reverso y todo se llena de criaturas nocturnas antes de rubricar un final abierto lleno de matices.

En definitiva, no esperéis en «Si de la runa naixés» un disco variado que se embarre navegando entre varios estilos para contentar a nadie; el álbum no es para un oído que no esté habituado al Post-Rock, todo hay que decirlo. Con esto en la cabeza, la conclusión es que los del Baix Llobregat han llegado enteros al final del primer camino que se han propuesto y lo han hecho con solvencia y sensibilidad. Hay decenas de capas que destapar en cada nueva escucha y es por eso que aconsejo darle tiempo y calma; es disco de volumen alto, sofá y media luz. Hacedme caso: se agarra fuerte.