SOUL ASIDE + BÖIRA
22.05.2013, SALA RAZZMATAZZ 3
Promotor: Blood Fire Death

Los estadios y el Rock, el matrimonio indisoluble y siempre bien avenido. Las luces incontables y el escenario troposférico, el montón de ceros a la derecha del aforo máximo -y vendido en media hora- y la fama, la experiencia y el grado. Todo es un mastodonte inabarcable y te sientes nimio junto a otras cincuenta mil almas saltando allí, sudando el sonido, recibiendo el rebote pectoral de cada bajo vibrante de un cono que bien podría tener el tamaño de tu tórax. Y lo pasas en grande, y no lo olvidas, imposible. El Rock, en esas dimensiones, alcanza la épica que lo eleva más allá de cualquier techo.

Luego hay matrimonios más tortuosos, como los del local pequeño y el grupo que empieza. Unas veces, son gente joven con ganas de hacer algo que perdure de algún modo. Otras tantas, simplemente, se juntan para tocar y alquilan un local para dar un bolo. Igual es un lugar de dimensiones raquíticas, mal iluminado, donde te clavan cinco euracos por una cerveza. Estas cosas pasan: la realidad del grupo local que se abre paso no tiene nada que ver con el consolidado que saca el oficio por cada poro. Aquí no hay técnico de luces y te jodes con unos LEDs rojos en contraluz perpetuo. Y el sonido tampoco es increíble pero ¡ah!… La acústica de la sala pequeña. Y esa media entrada tan cómoda y a la vez tan ambientada. Porque es un público que trae de fábrica un familiar/amigo por cada dos asistentes y esos, por supuesto, se entregan el doble y generan una suerte de efecto contagio.

A este paradigma último se ajustaron, punto por punto, y alojados la noche del 22 de mayo en la pequeña de las Razzmatazz (BCN), Soul Aside y Böira. Productos ambos de la tierra, con estilos arraigados en el Post-Rock y el Alternativo, demostraron en un bolo sin pretensiones que hay en ellos desparpajo, oficio incipiente y cosas importantes que contar. Aquello olió, una vez terminada la faena, a principio de muchas cosas buenas.

Razzmatazz 3 tiene calor de caverna británica y bajo su pentágono luminoso se han estrenado bandas de toda índole. Ese viernes era el día de presentación de «Canvas», el primer larga duración de Soul Aside, auspiciado por un mecenazgo colectivo que ha hecho posible su autoproducción. No era, no obstante, la primera gran fecha que vive la banda barcelonesa en su historia reciente, ya que han sido teloneros hace poco de God is an astronaut; aquella fue una gran noche.

Pero sigamos hablando del 22. Vino desde el Baix Llobregat a subirles el telón la banda de Post-Rock Böira, con primer disco en plena producción y nuevo batería (Llobet), previa semana infernal de ensayos para empastar su técnica al sonido del resto. Y el resultado fue, a todas luces, satisfactorio: Böira ofreció a aquella media entrada una demostración de fuerza semicontrolada, contenida en una bolsa de sonido que emerge lento hasta que revienta a borbotones de ruido melódico y lineal, sin desperdiciar armonías gratuitas ni querer demostrar que hay polifonías que aún no se han explorado. Tienen un color definitorio y se adhieren a él sin complejos, desarrollando temas dentro de un estilo reconocible que no cae, afortunadamente, en redundancias. Incorporan a este ruido personal una teclista (Clara Aguilar) que refuerza la base melódica, arpegiando cada riff de guitarra para hacerlo casi legible. Desprenden sus temas algo de Sigur Rós, de Maybeshewill o incluso, por momentos, de Lisabö.

Abrieron sobre las 9 menos cuarto con «El que escolten els arbres», un inicio poderoso donde la batería marcó la cadencia general que llevaría casi todo el concierto. La declaración de intenciones era manifiesta: taciturnos, concentrados, instrumentales casi en su totalidad, Böira enlazó cinco temas largos en los que la tónica sorpresiva era el arma oculta. Pasaban de unas progresiones de estructuras melódicas trenzadas con insistencia en ostinatos de piano, un bajo de apoyo sustancial (Marc Ríos) y dos guitarras (Guillem Alberich y Aleix Archs), a la explosión -en el cielo- precedida por una estudiadísima bajada de marea. Vino «Glasgow» y el coqueteo con los compases ternarios. Y ese subir. Y ese bajar.

Quizá sea la seña de identidad de los del Baix Llobregat el paso del piano al fortissimo pasando por la pausa dramática, porque eso ocurrió más de una vez y funciona, definitivamente. Sin renunciar a este ADN recién adquirido, vinieron los riffs gigantescos y animales, el juego en el escenario con la rabia arrugando la expresión, el pasarlo bien, el tocar porque sí. Y arrastrados por el torrente, llegaron «Volcano» y «Allau», con fraseos de cristal y recorrido lento que crecen hacia lo aturdidor y se llenan con gritos al unísono (nada extremo, la voz natural de cada uno) por parte del grupo.

Acabó la cosa muy pronto, sin embargo, con un tema de esos que tienes para cerrar las actuaciones, de los que sellan pero emplazan para fecha próxima, porque nos quedamos con ganas de más. Así entró «Refugi», con el mismo balance de contrastes, bajo definidísimo, dos guitarras entregadas al riff, un teclado donde cada acento se trabaja y las octavas justas conviven con las armonias de la distorsión y, armada bajo todo el conjunto, una batería que no halló descanso. Y vino el descenso final de ritmo y de volumen (rallentando, diminuendo) y la ola nos llevó a todos por delante con otra subida repentina. Definitivamente, por donde pisa esta gente, la hierba va a tardar en crecer. En Böira hay presente y el tiempo debería refrendarlo.

Fueron tres cuartos de hora mal contados que se quedaron escasos, pero ya se preparaba el plato fuerte de la noche y había que dejarle paso. Pausa de unos veinte minutos y Soul Aside prepara todo el set.

Para los que no conozcáis a los de Barcelona, más señas: banda declarada entre el Post-rock y el Alternativo, aunque la mezcla es más heterogénea para mis oídos. Lo que sí puedo decir es que suenan americanos y su directo entrega lo que promete: su disco reciente y su anterior EP. Sonaban igual y eso, para el que espera el desmelene del directo, puede generar algo de decepción. Lo que pasa es que Soul Aside es un grupo de segunda y tercera escucha, de los que hay que rumiar porque muchas veces, cuando te encuentras casos como este, sin un frontman especialmente llamativo en sus formas (Adam V.), con una propuesta gestual de todo el grupo que podría parecer incluso introspectiva (excepto el batería, Marc Prim, pura expresión corporal), puede dar la sensación de que falta ruido blanco, de que todo es de un gris cromático que no acaba de tocar la fibra para ser brillante. Que te pueden dejar incluso un poco frío, viniendo de donde venía la cosa. Pero nada es lo que parece.

Sí que son más mecánicos, pero también son muy técnicos. En esta banda mestiza de estilos, con miembros provinientes de Foscor, Lux Divina y Madee, se crea una música comunicativa y accesible, con amor a las armonías y a la disonancia bien entendida, voces limpias y una mezcla de arraigos que hay que saber digerir. Debe uno llegar a escuchar a esta gente haciéndose a la idea de que aquí no hay fuegos artificiales: aquí hay oficio y mimbres de acero caliente que hay que enfriar para que funcione la maquinaria que se monta. Esto no significa que su música no pueda ser sensorial o emotiva, para nada. Lo que pasa es que hay mucha carga en las letras y los momentos de despliegue de fuerza musical están escogidos para maximizar el choque. Se diría que Soul Aside navega entre dos aguas, en cierto equilibrio entre lo emotivo y lo racional.

Comenzó su noche con «Void», abriendo así la lata igual que abren su álbum. Riffs de guitarra con arpegios limpios que evolucionan hacia el acorde claro (Adam V., Gabi A. G.). Se apoya el conjunto en una batería sincopada, con un tempo moderado casi ejecutado con metrónomo, todo bajo tonos mayores para hilvanar una letra que alude al vacío y a la pérdida. Siguió adelante Soul Aside con el setlist entrelazando algún tema de su anterior EP homónimo, respetando buena parte del orden del LP, y así vinieron los bajos desgarradísimos (Edu Seoane) y la espiritualidad de «Anamnesis», el estribillo contagioso y los ecos de ruido de «White hole», la distorsión de ritmo pausado en «Vortex», la poderosa «Mourn»… Y «Microglia». Y pongo punto y seguido. Porque el tema en cuestión puede justificar la entrada por sí solo y lo colocaron, muy inteligentemente, al final de la noche, para enganchar al respetable con la guardia baja y proyectar un tema enorme que van a repetir, lo tengo clarísimo, en una gran mayoría de sus noches. Eché de menos «Garden of delights», otro tema robusto y enérgico de su EP anterior, pero no se puede tener todo, supongo.

Hubo también momentos para dirigirse al público (en esto son más comunicativos que Böira) y dedicarles tiempo a los participantes de su crowdfunding que propiciaron la producción de «Canvas». En definitiva, Soul Aside sabe lo que se hace y un bolo donde ellos participen es apuesta segura de música de calidad bien rematada, puntada a puntada. Lo que hay que tener claro también es que, igual que su sonido y sus letras acaban siendo casi universales y fácilmente abordables, el doble filo está en la parte de lo experimental o del riesgo que, siendo las cosas como son, ni está, ni se lo espera, ni tampoco creo que lo necesiten.

Recapitulando: la mezcla, si uno sabe a lo que viene, viaja a dos voltajes distintos y no acabo de tener claro, por mucho que el Post-rock sea el factor común de ambas bandas, que el público objetivo sea el mismo. En cualquier caso, con amplitud de miras y ganas de pasarlo bien, aquella fue una velada enorme y aquí hay mucha, mucha tela por cortar aún (y eso es bueno, es margen de mejora). Repetiría.

Texto y fotos: Andrés Vallejo
Vídeo: Eva Carrillo

Vídeo de aquella noche:

Galería Flickr del evento: