Pain of Salvation pasa por ser una de las bandas esenciales del nuevo Metal Progresivo pese a llevar ya más de treinta años de carrera y más de veinte desde su debut. Resulta fácil charlar con Daniel Gildenlöw y aunque no soltó prenda de la salida de Ragnar y la entrada de Hellgren sí que nos ofreció una extensa entrevista muy introspectiva y cargada de momentos personales que no tienen desperdicio.
Por Xell
EMPIRE MAGAZINE (EM): Hola, Daniel. ¿Cómo está yendo el tour de momento?
Daniel Gildenlow (DG): Genial. Hemos recibido un montón de feedback, todo positivo, los temas nuevos están funcionando muy bien en directo y el público está muy contento con ellos.
EM: He mirado un poco el setlist por encima y veo que tocáis bastante de vuestro nuevo álbum ¿No os habéis encontrado con los típicos fans pidiéndoos material viejo?
DG: (risas) No, parece que están todos encantados con el nuevo material. Siempre hay alguno que quiere otro tema aquí o allá, pero por lo general lo que todo el mundo pide es “Beyond the Pale” y “Ashes” y ambas están en el set.
EM: Han pasado unos tres meses desde que publicasteis “In the Passing Day of Light” y si no me equivoco está todo yendo rodado, ¿no?
DG: ¡Sí! Tanto prensa como fans están encantados.
EM: ¿Ha resultado ser todo lo que esperabas que fuera?
DG: Siempre intento no esperar nada cuando publicamos un álbum (risas). Solía hacer eso y, sabes, es muy difícil saber qué va a querer la gente y contentarlos.
EM: No, no lo que esperaba tu público si no lo que tú esperabas. Es decir, quiero esto y lo he conseguido…
DG: Oh, bueno, sí. La verdad es que con ninguno de los discos que he grabado con Pain of Salvation he resultado estar al 100% satisfecho. Pero también creo que es algo bastante común cuando eres músico y es una de las principales motivaciones para continuar creando, haciendo algo nuevo.
EM: Como un reto.
DG: Sí. Es una manera de forzarte a seguir mejorando, aunque es una manera algo dura de hacerlo (risas). De todas maneras creo que lo de estar satisfecho no es lo mío.
EM: No está en tus propósitos.
DG: Oh, sí lo está. Simplemente soy terriblemente malo en ello (risas).
EM: Con este álbum parece ser que has vuelto de nuevo al “Metal”. ¿Tuviste demasiado viaje a los 70 de la mano de los “Road Salt”?
DG: Eh… últimamente todo el mundo habla como que los “Road Salt” fueron una especie de bluesi discos y… no sé, coges cualquiera de los discos de Hard Rock de los 70 y es bastante patético en comparación con el material más duro que hemos hecho en los “Road Salt” (risas). Simplemente los tiempos cambian y ves las cosas con distinta perspectiva dependiendo de en qué tiempo te encuentras. Para mí, ambos discos fueron una manera de volver a mis raíces dentro del Metal pero, como digo, los tiempos cambian y vuestras raíces no son las mismas que las mías.
EM: Claro, de ahí que dijera “Metal”, entre comillas (risas)
DG: Exacto. No sé, para mí fue… a ver, había perdido la banda que creía mi familia y era muy importante para mí llevar esta nueva formación hacia otros caminos. Porque es como tener una relación muy duradera y de golpe romper. Y no porque ya no os queráis el uno al otro, sino por razones meramente logísticas. Y así, de sopetón ¡tienes una nueva esposa! (risas) Y puede que no te interese ir a ese restaurante favorito que tenías con tu antigua esposa con tu nueva pareja quieres probar nuevas cosas y tomarte un tiempo de todo aquello que te recuerda lo que una vez fue. Así que creo que esta era la razón con más peso para tomar la dirección que tomé entonces.
DANIEL GILDENLöW
EM: Entiendo, pero para el “Road Salt” aún estaban Fredrik y Hallgren.
DG: Sí, pero ya solo cambiar de batería fue un gran paso. Un cambio de proporciones bíblicas. Cuando Johan se unió a la banda él tenía 14 años y yo 16. Es decir, estuvimos muchísimo tiempo juntos y teníamos una relación, una dinámica, muy especial. Me explico. Yo tengo una manera muy peculiar de tocar la batería y él era completamente distinto a mí. Así que los primeros trabajos de Pain of Salvation eran una manera muy extraña de combinar nuestra manera de tocar la batería. Y eso creó un ambiente en concreto para la banda. Yo haría un montón de cosas extrañas mientras escribo y él básicamente me diría que eso era imposible de tocar e intentaría, de una manera muy estratégica, adaptarlo a su manera de tocar pero conservando mi esencia. Sentí que esa relación tan especial era imposible de replicar.
EM: Entonces, ¿los “Road Salt” fueron tu manera de superar esa ruptura?
DG: Sí, algo así. Además, la música que hacemos en “Road Salt”, daba pie a improvisar y la forma que tiene Leo de tocar la batería es mucho más abierta y no íbamos a intentar Johanizarle (risas).
EM: Ha pasado ya algún tiempo de toda esa ruptura… ¿Cómo estás con la nueva formación? ¿Quieres seguir casado con ellos? (risas)
DG: Sí, eso creo (risas) El asunto es que con cada formación que hemos tenido es lo que he pensado. La diferencia es que con las formaciones pre-“Road Salt”, cuando alguno de los miembros tenía hijos o se casaba, cambiaba la perspectiva de ver la banda. La formación que tenemos ahora está hecha de personas más como yo, que saben seguro que esto es lo que quieren hacer y aquí es donde quieren estar. Cuando algún miembro dejaba la banda porque quería centrarse en la familia y dejar a un lado la música, es porque ellos podían hacerlo. Yo soy incapaz de parar tan siquiera por un tiempo. Podría ser capaz de dejar la banda, pero la música seguiría dentro de mí y seguramente estaría incluso más ausente y estaría frustrado continuamente. Entiendo por qué lo hicieron y les apoyo totalmente, simplemente no me puedo ver reflejado en sus acciones. Por ejemplo, Johan vendió todos sus instrumentos salvo un set de batería y estuvo como unos 10 años sin tocar. Para mí era como “wow, ¿cómo eres capaz de hacer algo así?” (risas) Siempre fue así, los dos tan diferentes y a la vez tan fascinados por cómo era el otro.
EM: Entiendo. Entonces, siendo tan apasionado de la música, ¿cómo lo haces para mantener un buen equilibrio entre la música y tu familia?
DG: Recuerdo el primer tour que hice, no teníamos aun hijos pero tomamos la decisión de que nos íbamos a llamar cada día. Al final, eso estaba causando más problemas que beneficios estaba aportando porque la vida de gira es impredecible. He intentado explicar esto a personas que nunca han estado de gira y es que es esa extraña combinación de tener un montón de tiempo para no hacer nada y de no tener tiempo para hacer nada. Es como que tienes 10 minutos aquí, 20 minutos allí… pero no tienes tiempo para hacer algo y estar realmente concentrado en ello. Supongo que dependerá de cómo es cada uno mentalmente, yo personalmente no puedo estar un tiempo para ser yo mismo y dejar de lado el horario que tenga estipulado para la gira. Así que en vez de prometernos llamarnos cada día y fallar en ello ahora nos escribimos mucho más e incluso intentamos hacer algún cara a cara con los niños pero, básicamente, hemos aceptado que estar de gira significa que son tiempos difíciles y poco placenteros para la relación (risas). Así que simplemente tenemos que pasar por ello y llegar hasta el final. La gente piensa que ahora es más fácil, con todo lo que han avanzado las tecnologías, pero no, es incluso más difícil. Cualquier día recibes un mensaje de tu hijo de 7 años, que está triste y te echa de menos. Él te lo ha mandado justo antes de irse a dormir y tú llegas a leerlo a las tres de la mañana, cuando por fin ya has acabado de recoger y tienes tiempo de coger tu teléfono. Pero a las 3 de la mañana ya no puedo hacer nada, no puedo contestarle y sé que mi hijo se ha ido triste a dormir. Así que digamos que cada dos o tres días, mi corazón se rompe en mil pedazos. Por ejemplo, cuando estuvimos de gira en Estados Unidos íbamos a coger un viaje en un crucero y nos encontramos con una familia mexicana. Había un niño corriendo por ahí y se cayó. La simple escena de ver al niño llorando y su padre consolándolo me puso triste.
EM: En plan, “no es mi hijo pero necesito abrazarle y consolarle”, ¿no?
DG: ¡Exacto! Así que sí, es realmente duro, pero es el precio que hay que pagar por esta vida.
EM: Volviendo al tema de tu último disco, entiendo que la temática refleja lo que pasaste con tu enfermedad.
DG: Algo así, sí.
EM: ¿Cómo ha afectado, si es que lo ha hecho, a tu forma de escribir y componer la música?
DG: Uhm… no lo creo. Es decir, la dirección del álbum es algo que teníamos ya decidido incluso antes de acabar en el hospital. Ir en una dirección más pesada de nuevo, era algo que estaba predestinado que pasara para la banda. Y fue retrasado por mucho tiempo por diversos factores. Primero porque “Road Salt” necesitó dos discos y no estaba planeado que pasara así. Luego hicimos el disco acústico, el cual no estaba planeado y acabó en un tour del mismo álbum que por supuesto tampoco estaba planeado. El tiempo pasó y yo acabé en el hospital. Y, bueno, fue muchísimo tiempo. Probablemente lo que puedas ver en el disco de los cuatro meses que pasé en el hospital fue, que siendo la persona tozuda que soy, después de haber pasado ese tiempo en el hospital necesitaba recuperarme y necesitaba hacerlo con una venganza. No voy a ir simplemente a rehabilitación y ponerme bien en un año, que es lo que ellos esperaban que pasara. Me dijeron “necesitas un año de rehabilitación antes de que tu cuerpo pueda volver a cualquier tipo de normalidad”. Volví al ruedo en tan solo un mes. Estaban todos los festivales de verano programados y, en especial el Sweden Rock, y me dije a mí mismo “voy a estar encima de ese escenario”. Creo que no he estado tan nervioso por un concierto desde que tenía 15 años. Minutos antes de entrar a escena no sabía ni como mi cuerpo o mi voz iban a aguantar el concierto. Para mí era como empezar una actuación con un cuerpo completamente nuevo y no sabía qué iba a pasar encima del escenario. Y todo fue genial. Luego estuve agonizando de dolor, claro. Pero era ese dolor en el que no se te ha roto nada, si no causado por usar el cuerpo de una manera en la que no lo habías hecho en muchos meses. Pero no solo me conformé con eso si no que empecé a correr, capoeira, parkour… Así es como soy. Si hay que recuperarse de algo, hazlo con una venganza. Y eso probablemente está presente en la música. Es decir, en las letras es muy obvio que está presente.
EM: Líricamente es bastante similar a lo que pasó con “Remedy Lane” ¿no?
DG: Sí, exactamente. Es básicamente una continuación de “Remedy Lane”. Por un tiempo estuvimos pensando en llamarle “Remedy Lane pt2”.
EM: Eso hubiera estado gracioso teniendo un disco como el “The Perfect Element pt.1” que no va a llegar a tener una segunda parte.
DG: “Scarsick” es la segunda parte, solo que no lo dijimos nunca (risas). Si miras bien en el libreto está escrito “The Perfect Element pt.2”. Está bastante escondido, pero ahí está.
EM: Lo buscaré al llegar a casa ¡nunca me di cuenta!
DG: Muy poca gente lo ha hecho (risas).
EM: Habéis sacado un vídeo increíble a la par que bastante turbio para el tema de “Meaningless” y hay algo que no acabo de entender. Al final del vídeo, se ve como dos mujeres están sonriendo…
DG: Sí, bueno, es la mujer que hemos visto minutos antes manteniendo relaciones sexuales con un cadáver (risas).
EM: Sí, pero hay otra, en primera fila, que también sonríe y sus motivos se me escapan. Quizás es cosa mía que me he fijado demasiado en pequeños detalles. Pero no sé, no entiendo por qué está sonriendo en medio del funeral.
DG: ¡Porque tienen secretos! Creo que ese era el objetivo del guión, yo no lo escribí pero me hubiera parecido muy gracioso si el cura al final también hubiese estado sonriendo, pero creo que les pareció demasiado (risas).
EM: Entonces, ¿no estuviste involucrado en la creación del vídeo?
DG: Bueno, estuvimos poniendo y quitando algunas ideas, aquí y allá, pero en general todo lo que pasa fue idea suya.
EM: ¿Cómo te sentiste filmando esa escena? La de la autopsia no convencional. Tuvo que ser bastante raro.
DG: Sí, me sentí muy raro y no solo por lo evidente. Estuve tumbado en esa camilla durante seis horas, sin parar. Y la mayor parte del tiempo tuve una sábana encima y el tiempo que no la tenía, estaba con los ojos cerrados. Y me parecía extraño saber lo que iba a pasar pero no poder verlo. Además, me preguntaron si quería tener algo suave y blandito debajo y les dije que daba igual, iluso de mí que no sabía que iba a estar ahí encima seis horas (risas). Los chicos del estudio hicieron un gran trabajo con las luces y, bueno, tenían que mover la camilla en línea recta mientras yo estaba ahí encima, con la sábana por encima. Y sentía que me estaban moviendo de un lado para otro y que estaban teniendo problemas al mover la camilla porque inevitablemente se iba para un lado u otro. Vaya, que no sé cuántas veces tuvimos que rehacer esa escena en la que la mujer rubia me sacaba con la camilla. Porque si la camilla se iba tan siquiera unos centímetros hacia un lado, las luces iban a caer por el lado equivocado y había que empezar desde cero. Y ahí estaba yo, tumbado, sin ver nada y cada vez que oía “toma tal, acción” tenía que estar bien quieto y aguantarme la respiración. Pero cuando llegamos a la parte sexual fue incluso más raro estar ahí quieto, sin hacer nada. Cuando estuve haciendo el vídeo de “Where it Hurts”, donde también hay escenas donde pretendo estar teniendo sexo, también me sentía raro, pero decidimos tomarnos unas cervezas antes y hacer de ello algo divertido. Para este vídeo yo solo tenía que estarme quieto, pero eso es incluso peor, la sensación de tener alguien ahí encima que está aparentando tener sexo contigo y tú solo estás ahí, inmóvil. Así que… fue una experiencia singular.
DANIEL GILDENLöW
EM: Regresando atrás en la historia de la banda hace 20 años de la publicación de tu álbum debut “Entropia” ¿Cómo te sientes sobre ello?
DG: Es… ¿Cómo es eso posible? 20 años… No parecen 20 años, eso seguro. Ni siquiera lo había pensado… quizás si hubiera caído en ello antes a lo mejor hubiésemos hecho algo especial, una celebración, no sé (risas). ¡Ni siquiera estamos tocando nada del disco en la gira!
EM: Tiene lógica que hubieseis incluido algún tema. Es decir, son 15 años del “Remedy Lane” y tocáis un buen puñado de temas de ese disco. Supongo que es bastante difícil hacer un set que complazca a todo el mundo.
DG: Esa es la peor parte. A cada disco que sacamos, más difícil es apañar un buen setlist. Y no solo eso. Cuando solo tenías un disco, sabías que la gente que estaba allí era porque les gustaba el disco, si no les gustase el disco no serían tus fans. Pero a cada álbum que sacas, más gente decepcionas y más difícil se hace elegir qué tocar. Incluso volviendo la vista atrás a cuando sacamos el “Remedy Lane” y el “The Perfect Element”, que ahora son considerados como el santo grial de nuestra discografía, hubo gente a la que no le gustó porque no eran como “Entropia”. Y cada país es un mundo. Ahora que estoy haciendo muchas entrevistas, en Suecia suelen decirme “el nuevo disco es genial, aunque no tan bueno como “Road Salt””, pero luego en el resto de Europa puede ser completamente al revés (risas).
EM: Para ir cerrando la entrevista, siempre me gusta saber cuál ha sido el último trabajo musical que te ha impactado o que más has disfrutado. Si no recuerdo mal, me pareció entender en una reciente entrevista que no te gusta prácticamente nada nuevo.
DG: Sí, es cierto, no consigo encontrar nada que realmente me mueva. Pero sí hay un álbum que salió el año pasado que es lo último que más he disfrutado. El último trabajo de Leonard Cohen. El técnico de sonido antes me preguntó qué queríamos que sonara en la sala de mientras y le mandé una lista que contenía un par de canciones de este álbum.
EM: Bueno, esto es todo. ¡Muchas gracias! Si quieres añadir algo más para tus fans…
DG: Estoy muy contento de volver por aquí. Lo divertido de todo es que hace 17 años, estábamos de tour con Arena y cuando hoy me he bajado del bus, he reconocido el lugar. Se supone que debíamos tocar en esta misma sala pero por aquel entonces tuve la brillante idea de ir por la calle con uno de esos patinetes, en plan mini scooter, que le tomé prestado al conductor del bus, y bueno, yo iba a realizar un espectacular giro a bastante velocidad y pararme justo en frente del bus y… me caí, rodé bastantes metros y me rompí los dedos.
EM: ¿Qué?
DG: Sí (risas). Estaba ahí tendido en el suelo e iba notando como partes de mi mano estaban tocando otras partes de mi mano que no debería ser posible tocarlas… Por aquel entonces mi hermano aún estaba en la banda y fue el primero en ver el estado de mi mano y empezó a gritar que mis dedos parecían un bosque muerto, por el color gris que tenían. Estuve todo el resto del tour con un cabestrillo y tuvimos que cancelar el concierto. No obstante, fue algo divertido de hacer (risas). Y el bus está aparcado justo en el mismo sitio. Le he preguntado al organizador del concierto si podía encontrarme algún patinete y así poder vengarme y volver a hacer el giro a toda velocidad pero sin romperme los dedos.
EM: No sé yo si es buena idea…
DG: ¿Tú crees? Sería genial mandarles una foto a los que ya no están conmigo en la banda para que vean que por fin estoy haciéndolo sin romperme los dedos (risas). El organizador me ha dicho que ya veremos, que mejor me espere a después del concierto.
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