Calificación del editor

Con 'Kuarahy' hemos estado atrapados durante más de 40 minutos por ese ambiente cargado de riffs, de melodías, de death metal, de progresivo. Mientras, seguimos exprimiendo todo el jugo a este señor discazo.

9
VALORACIÓN

white stones kuahary

WHITE STONES
‘KUARAHY’
Nuclear Blast

Tras el nombre de White Stones se esconde el nuevo proyecto del bajista de Opeth de Martin Méndez. Un proyecto bastante personal y para el que se ha rodeado de grandes músicos, Eloi Boucherie y Jordi Farré de Vidres a la sang han puesto voz y batería respectivamente, mientras que las guitarras rítmicas las ha tocado el propio Martin, y los solos han ido a cargo de su compañero en Opeth Fredik Akesson salvo uno, en el que cuenta con la colaboración de Per Eriksson, conocido por su trabajo en Katatonia y Bloodbath.

Con esos ingredientes se gesta ‘Kuarahy‘; este disco tiene su punto de partida allá por 2016, cuando, tras año y medio girando con Opeth presentando ‘Sorceress’, Martin llega a casa y comienza a componer compulsivamente. De aquello acabaron tomando forma seis temas que se decidió a grabar en forma de EP; para ello acudió a los estudios Farm of sounds de Terrassa, localidad donde reside actualmente, y tras conocer a Eloi, quién está al frente de ese estudio, abandonó la idea de ser él mismo quién pusiera voz a esos temas, dejando para Boucherie esa labor. Cuando la discográfica de Opeth, la todopoderosa Nuclear Blast, escucha esas demos, le pide a Martin un LP completo; así que se ponen a ello y nacen otros cuatro temas que completan este trabajo.

Como he empezado diciendo, y pese a todo el personal involucrado, se trata de un proyecto personal de Martin Méndez. Tan personal como para ponerle el nombre del barrio del que es originario, Piedras Blancas, allá en Montevideo. Desde su traslado a Suecia, el bajista uruguayo ha estado aprendiendo y creciendo al lado de músicos de mucho nivel, pero nunca ha olvidado sus orígenes, ni locales, ni musicales; y es que Martin es, básicamente, un fan del death metal desde temprana edad; y gran parte de eso la encontramos en este disco.

«Kuarahy», “sol” en el idioma charrúa de los nativos de aquella tierra, es la introducción instrumental que nos advierte de lo que nos vamos a encontrar; atmósferas densas, oscuras, mucha referencia al death metal y sí, por supuesto, algo del sonido Opeth con el que lleva más de 20 años trabajando; no nos equivoquemos, esto no es un intento de rescatar a los Opeth de comienzos de siglo, es un disco de death metal con ese regusto especial, con esos tintes progresivos y con multitud de matices que lo hacen único. El tema que sigue, «Rusty Shell», es quizás el que más nos puede evocar a la banda sueca, y aún así, tiene una personalidad propia que veremos desarrollar a lo largo de todo el disco, y elaborando un conjunto muy homogéneo. «Worms» tiene algunos de los riffs más pesados del disco, pero con sus cambios de ritmo y sus detalles progresivos, empieza a dar forma a ese conjunto del que os hablo. A estas alturas ya te invade un aire de oscuridad y melancolía que mezclado con el death metal de base y esos cambios de ritmo te atrapan.
«Drowned in time» comienza con una parte acústica que va creciendo para dar forma a un tema de los más compactos del disco, con una base de cadencia pesada y unas melodías instrumentales que dibujan el paisaje del tema bajo los growls de Eloi. Tema que da paso a «The One» donde la base death metal conduce a través de melodías que vuelven a incurrir en esa cadencia pesada; destacar el solo magnífico de esta canción que es el que rompe la dinámica aquí, aunque se recupera para el final.
«Guyra», “el pájaro”, es un tema que se inicia con unos riffs de guitarra que nos acompañan durante toda la canción, y donde es la batería la que marca, con sus cambios de ritmo, la pauta de este tema. Le sucede Ashes, que nos devuelve al death metal pero que nos enseña la vertiente más progresiva de Martin; voy a ser osado, y escribiré mi primera impresión sobre este tema: King Crimson tocando death metal. Esa fue mi primera idea, y seguramente ha crecido en mí esa idea inconscientemente, pero esas guitarras las podría firmar Fripp tranquilamente, salvando las distancias, claro.
Da paso este tema, de mis favoritos, por cierto, a «Infected Soul» tema que va desde un inicio tranquilo hace un ritmo que es interrumpido por el pasaje que precede al solo, que vuelve a variar el rumbo del tema, para devolverlo a su cauce original y dejarlo acabar donde pretendía desembocar, en una aceleración controlada donde todo suena a la perfección. Cuando llegas a «Taste of blood» el album ya te tiene donde quería, estás sumergido en su oscura atmósfera, y su riff inicial te conduce a la locura que encontramos en la sección central de este tema; para, acto seguido, devolverte a ese riff progresivo que da paso al solo, otra vez, extraordinario.
Finalmente, «Jasy» nos despide como se nos recibió, recordándonos que hemos estado atrapados durante más de 40 minutos por ese ambiente cargado de riffs, de melodías, de death metal, de progresivo.

En definitiva, hemos recorrido el universo musical de Martin Méndez, en un viaje que sabes que tienes que repetir para seguir empapándote de todos los matices que ofrece. Con suerte podremos ver algunas fechas de White Stones presentando este trabajo, siempre que la actividad de Opeth lo permita, la suerte aquí es que al compartir manager y compañía, todo es más fácil. Ya se anunció que este proyecto en directo llevará a Albert Martí y Joao Sasseti a las guitarras, así que esperamos esas fechas, c

Toni López