woa1998

Mi verdad… es que en veinte años las cosas cambian mucho. Las personas, los pensamientos, los puntos de vista, la música, los festivales y hasta la forma en que se viaja a ellos.
Mi verdad es que por primera vez esta sección es introspectiva y no reivindicativa. En la vida de una persona hay momentos clave, quizá insignificantes, pero que cobran una significancia especial en función del valor personal y del aporte emocional de cada uno. Porque las emociones son personales e intransferibles. Porque nunca se acaba de expresar una sensación con la exactitud del que la vive.

Mi verdad es que tengo 41 años y en 1998 fui a mi primer festival. En 1998 viajé por primera vez al extranjero. En 1998 estuve por primera vez en Wacken Open Air y lo hice con un gran amigo que aún me acompaña y me soporta en esta aventura que es el vivir, Jero García, reputado contador de historias metaleras en este mismo portal y en El Octavo Día de Radio Cornellá.

Entonces no había masificación festivalera en Europa y los grandes referentes eran Donnington en Inglaterra y Dynamo en Eindhoven. Wacken tan solo era la alternativa en Alemania.
Entonces no se sabía gran cosa (o nada) de internet, los teléfonos móviles, el euro, amazon o facebook. Entonces existían las cabinas telefónicas, los marcos alemanes y las llamadas a cobro revertido.

Entonces Wacken no era el monstruo en que se ha convertido hoy día. Se vendieron 20.000 entradas y no hubo sold out. Hoy día se venden más de 75.000 entradas. Hoy a Wacken se viaja en vuelo directo Barcelona – Hamburgo, entonces eran más de 30 horas de autocar con paradas a horas intespestivas para cenar, como la de Colonia donde entramos en un bar donde nos pusieron la Macarena a todo trapo y empezaron a sacar salchichas. Y es que sí, entonces (y probablemente ahora también), España era el país del flamenco y los toros… así de triste. Podría contar mil historias, como la parada en el barrio rojo de Frankfurt en plena manifestación en una ciudad blindada de antidisturbios, las proyecciones en el bus de los primeros cortos de Santiago Segura, o como nos duchamos en casa del deuño de un bar de Wacken, o la parada en la tienda Hellion de Itzehoe donde algunos gastamos cantidades ingentes de dinero en discos y ediciones nunca antes vistas.

La primera noticia que tuve de este festival fue a través de un anuncio en el programa de radio Rock Star de Mariano Muniesa, en Los 40 Principales si no me falla la memoria. Dos personas organizaban un viaje. Jero y yo nos lanzamos a la aventura y en la primera reunión para planificar el viaje, pagos y demás en la plaza Castilla, delante del extinto Arise, Rosi y Carlos nos dieron hasta papel moneda para corroborar el pago que les habíamos hecho por transferencia. Sé que igual me mata por decirlo si lo lee pero Rosi se presentó con una camiseta de Micky Mouse, así de Heavy eran las cosas ¡Qué tiempos y qué recuerdos!
El viaje fue muy cansado pero tan ilusionante que nada importaba. El Heavy Metal era la causa común para todos nosotros.
Recuerdo que al llegar a Alemania una de las primeras cosas que me llamó la atención fue ver que en las portadas de las revistas no aparecían las bandas mastodónticas que tienes en mente y que copaban todas las portadas en España. La portada del número de agosto de Rock Hard eran Iced Earth con su ‘Something wicked this way comes’.
Pero el cartel era tan suculento que todo nos parecía bien. Eran los tiempos del auge del Power Metal, del Death Metal melódico, el Black Metal sinfónico y ver juntos a Blind Guardian, Stratovarius, Gamma Ray, Iced Earth, Savatage como cabezas de cartel, el debut de Children of Bodom y Lacuna Coil, Virgin Steele, Haggard, Iron Savior, Arch Enemy, Sentenced, Rough Silk, Raise Hell, Angel Dust, Pegazus, Darkseed, Borknagar, Edguy, Night in Gales, In Extremo, Stigmata IV, Hypocrisy o Covenant era un sueño. Hoy día parece un cartel sin importancia pero la mayoría de esas bandas, por entonces, no habían pisado España y a algunas de ellas las conocías a través de la edición alemana de la revista Rock Hard que llegaba solo a algunos kioskos de Barcelona y Blanes.
Wacken era algo único para mí. 80 bandas repartidas en 4 escenarios y un festival de 2 días. Repito y reitero, hoy todo esto puede parecer hasta poca cosa pero hace 20 años no lo era.

Entonces en Wacken pasaban cosas tan asombrosas y familiares como que miembros de la organización te recogieran en coches particulares y te llevaran a una sala de un pueblo cercano donde estaban tocando Temple of the Absurd.

El festival fue maravilloso, la compañía, las aventuras y las amistades más aún y la sensación de estar viviendo algo mágico y especial fue única. Hoy día Wacken se ha masificado y ha crecido tanto que no tiene nada que ver con aquello pero, un día, Wacken fue algo familiar donde los organizadores y las bandas se sorprendían que gente de España viajara a Wacken. Eso me sucedió, por ejemplo con Children of Bodom, que firmaron autógrafos en una caravana auspiciada por la revista Deftone, ahora conocida como Legacy.
Como decía antes, ahora Wacken es otra cosa, viajar allí también es muy distinto, las aventuras son distintas. En 1998, quien suscribe vivió algo parecido a lo que acabo de explicaros.

Quizá el texto ha quedado algo desordenado. No pretendía hacer una crónica al uso de Wacken’98 sino más bien exponer algunas impresiones y emociones de un viaje para el recuerdo y que sirvan para rememorar el 20 aniversario de mi primer festival y mi primer viaje al extranjero.

Marc Gutiérrez