Calificación del editor
J-rock directamente desde el país de los onigiris.
Japón, como ya os contaba otro día, está aparte de todo en muchos sentidos, sobre todo, estéticos y conceptuales. Llega hasta tal punto que ellos mismos clasifican estilos y corrientes culturales autóctonas basadas en las extranjeras añadiéndoles una «J» (por «Japan»).
Así, en las lides musicales, tienen cosas como el J-pop y el J-rock, que viene a ser lo mismo que aquí y más allá del Atlántico, pero cantado en japonés (o algo mezclado con inglés, eso lo hacen) y siempre, siempre, con un punto más hortera. Digo hortera, porque podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que hay algo de Glam atemporal en las propuestas del país del sol naciente. Bailes y movimientos de una cultura que no es la nuestra pero que allí son naturales, formas de comunicación musical que siempre nos sorprenden por cuanto tienen de distintas a lo que vemos en occidente.
Anna Tsuchiya es mestiza, hija de estadounidense-ruso y japonesa. Allá por el año 2006, triunfó con el tema «Rose», una balada brutilla de J-rock duro que la aupó a los primeros puestos de las listas, haciéndose pasar por uno de los personajes de «Nana» un shôjo anime de Ai Yazawa (serie para chicas, en Japón esto es muy normal) en el que una de las protagonistas es la frontwoman de una banda de rock, los Black Stones. Cantaron el tema de cabecera y eso la lanzó definitivamente.
Ver a tanto japonés dándolo todo en un festival callejero no nos debe resultar extraño. Son muy parecidos a los occidentales en muchas cosas, aunque hay que saber interpretar gestos. Como siempre digo, hay buena música detrás de culturas ajenas que se nos pueden hacer extrañas o inaccesibles en un principio, pero merece la pena abrir la mente -y orejas- y dar oportunidades.
El vídeo se ve regular, oye, pero es lo que hay. Este tema en directo mola bastante.
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